Encuentro de sedientos

Encuentro de sedientos

Fr. Ignacio Castro Ortega
Fr. Ignacio Castro Ortega
Asunción, Paraguay
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Sicar, o Siquem, significa 'hay algo obstruido', y ya nos dice algo del relato. El encuentro entre estos dos sedientos consistirá en desbloquear, desatascar.

Jesús, cansado y agotado, busca en la sed de la mujer, cansada y agotada, saciar su propia sed. En el «dame de beber» (v. 7) de Jesús hay una búsqueda de solidaridad e intimidad, que sabe reconocer en el vacío y en la herida la posibilidad de los manantiales. Ambos están sedientos y necesitan del otro.

La sed de Jesús, lejos de consumir al otro, le abre a esta mujer una fuente de restauración y validación.

El diálogo entre ellos comienza a cavar en el corazón de la samaritana el pozo del agua viva. La intimidad y el encuentro de las vulnerabilidades-sed va dando paso a una nueva etapa en la vida de esta mujer, que, agotada de vínculos sin sentido y pozos turbios, comienza a escuchar el murmullo del manantial profundo que está a punto de irrumpir en su sequedad.

La sed de Jesús, lejos de consumir al otro, paradójicamente, le abre a esta mujer una fuente de restauración y validación. Ya no necesita el pesado cántaro para volver a pozos inauténticos. En el encuentro se ha reconocido en lo que «ha hecho», porque Jesús se lo ha «dicho» (v. 29). Su vida y su identidad han sido pronunciadas, reconocidas, valoradas y acogidas. En la delicadeza de las palabras y los encuentros, la fuente de la mujer ha sido desatascada y llega a ser posibilidad de vida para otras y otros.

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Que esta Cuaresma que caminamos nos permita sentarnos con Jesús en nuestro pozo, para que la valentía de su vulnerabilidad desnude nuestras durezas y nos permitamos acoger en nuestras pobrezas el agua viva que viene de lo profundo.