San Pedro de Verona

Fr. Alfonso Esponera Cerdán
Fr. Alfonso Esponera Cerdán
Convento de San Vicente Ferrer, Valencia

 

Nació a finales del siglo XII en la italiana Verona, de padres herejes maniqueos y, según sus primeros biógrafos, siendo aún niño se convirtió a la fe católica. Muy joven fue a Bolonia a estudiar en su importante Universidad y movido por la predicación de santo Domingo de Guzmán, decidió ingresar en la vida dominicana, recibiendo el hábito de sus manos.

Se dedicó después a la predicación, especialmente entre los herejes cátaros. Valiéndose de la regla evangélica del diálogo y, como el santo Maestro Domingo, se convirtió en pregonero y testigo preclaro del Evangelio. Dotado de los dones del Espíritu Santo, trabajó intensamente en la propagación y defensa de la fe verdadera. Para su conservación y defensa entre el pueblo, instituyó para ello las Asociaciones de la fe y las Cofradías para la alabanza de la Bienaventurada Virgen María, muchas de las cuales siglos después pasaron a ser las Cofradías del Santo Rosario. Amigo y seguidor de la fraternidad, promovió fervientemente la vida comunitaria y como Prior la ordenó sabiamente y la defendió con empeño. Fue también solícito del bien espiritual de las hermanas, a las que brindó con gran amor su consejo y exhortación y les fue muy útil como guía espiritual.



Elevado al oficio de inquisidor a mediados de 1251, pues la zona norte de Italia donde vivía había prendido muchas corrientes heréticas, principalmente de cátaros y valdenses, cumplió su misión eficazmente y con gran clemencia. El día 6 de abril de 1252, regresando de Como a Milán, fue asesinado por herejes, recitando como sus últimas palabras el Credo, y ratificándolo con su sangre. Por eso su iconografía lo representa arrodillado -con un cuchillo clavado horizontalmente en lo alto de su cabeza, o tan sólo con una herida sangrante en ese lugar- escribiendo en el suelo con su propia sangre la palabra “Credo”. Posteriormente uno de sus asesinos, llamado Carino, ingresó en la Orden dominicana.

Su figura brinda la oportunidad de hacer unos breves apuntes sobre la famosa Inquisición en aquel siglo XIII. En primer lugar es lo que se denomina “Inquisición Medieval”, que tuvo unas características un poco diferentes de las más conocida como “Inquisición Moderna”, por ejemplo en España implantada por los Reyes Católicos hacia 1470. La “Medieval” dependía directamente del Obispo del lugar, quien la establecía en su diócesis para unos casos y tiempos concretos y determinados y recurría para dictaminar teológicamente a los mejor formados como eran los frailes mendicantes en aquel tiempo y entre ellos los dominicos. Por otra parte, Domingo de Guzmán no fue el fundador de esa Inquisición en el sur de Francia a principios del XIII, pues él siempre defendió como medio de anuncio y defensa de la fe: la controversia, la predicación y el testimonio de la propia vida.

El día 9 de marzo de 1253 -once meses después de su muerte-, Inocencio IV inscribió a Pedro en el Catálogo de los Santos e instituyó su fiesta para el 29 de abril. En muchas zonas de España fueron surgiendo en tiempos posteriores Cofradías de San Pedro Mártir, vinculadas a miembros de la “Inquisición Moderna”.

Después de la vigente renovación litúrgica, su fiesta se celebra el 4 de junio, que es el del aniversario de la traslación de sus restos en 1340.