Santa Teresa de Jesús y los Dominicos

Fr. Alfonso Esponera Cerdán
Fr. Alfonso Esponera Cerdán
Convento de San Vicente Ferrer, Valencia


Teresa de Jesús fue muy devota de Santo Domingo de Guzmán y de Santa Catalina de Siena, y los dominicos influyeron, entre otros, tanto en su formación mística como en la intelectual. Y así ella, agradecida, menciona en sus Relaciones -escribe en tercera persona- a: "fray Vicente Varrón la confesó un año y medio en Toledo, yendo a fundar allí, que era consultor de la Inquisición y gran letrado; este la aseguró mucho. Y todos le decían que como no ofendiese a Dios y se conociese por ruin, que de qué temía. Con el Maestro fray Domingo Bañes, que es Consultor del Santo Oficio ahora en Valladolid, me confesé seis años (y siempre trata con él por cartas, cuando algo de nuevo se le ha ofrecido). Con el Maestro Chaves. Con el segundo fue fray Pedro Ibáñez, que era entonces Lector en Avila y grandísimo letrado; y con otro dominico que llaman fray García de Toledo. Con el Padre Maestro fray Bartolomé de Medina, Catedrático de Salamanca, y sabía que estaba muy mal con ella, porque había oído de estas cosas, y parecióle que este la diría mejor si iba engañada, que ninguno (esto ha poco más de dos años), y procuróse confesar con él, y dióle larga relación de todo, lo que allí estuvo, y procuró que viese lo que había escrito para que entendiese mejor su vida. Él la aseguró tanto y más que todos, y quedó muy su amigo. También se confesó algún tiempo con el Padre Maestro fray Felipe de Meneses (que estuvo en Valladolid a fundar, y era el Prior u Rector de aquel Colegio de San Gregorio), y habiendo oído estas cosas, la había ido a hablar en Avila con harta caridad, queriendo saber si estaba engañada, y que si no, era razón no la murmurasen tanto; y se satisfizo mucho. También trató particularmente con un Provincial de Santo Domingo, llamado Salinas, hombre muy espiritual y gran siervo de Dios; y con otro Lector que es ahora en Segovia, llamado fray Diego de Yanguas, harto de agudo ingenio" (un clásico sobre el tema es el libro del Padre Felipe Martín op titulado: Santa Teresa de Jesús y la Orden de Predicadores. Estudios históricos. Ávila 1909).


   También de especial interés es otra relación que tuvo. Corría el año 1561. Teresa está atormentada, preocupada e insegura por emprender la reforma del Carmelo y por ello hizo diversas consultas. Luis Bertrán había vuelto a Valencia después de un período en el convento de Albaida.
Llegó un correo de Castilla y con él una carta de Ávila. El destinatario: fray Luis Bertrán, en Predicadores de Valencia; y el remite decía así: "De la Encarnación Avila, Teresa de Jesús". ¿Cómo se llegaron a conocer? ¿A través del ya jesuita duque de Gandía Francisco de Borja? ¿Por carmelitas de Valencia que viajaron a Ávila? ¿Por los dominicos castellanos que estaban en Valencia, que traerían noticias de lo que se estaba fraguando en Ávila?


   El hecho es que ha llegado hasta nosotros la carta de fray Luis a Teresa, en la que le dice: "Madre Teresa: Recibí vuestra carta. Y porque el negocio sobre que pedís mi parecer, es tan en servicio del Señor, he querido primero encomendárselo en mis pobres oraciones y sacrificios. Y esta ha sido la causa de haber tardado en contestaros. Ahora digo, en nombre del mismo Señor, que os animéis para tan grande empresa, que Él os ayudará y favorecerá. Y de su parte os certifico, que no pasarán cincuenta años que vuestra Religión no sea una de las más ilustres que haya en la Iglesia de Dios. El cual etc. De Valencia."


   Hay que datarla antes de 1562, fecha en que el dominico, atraído por las relaciones de mar¬tirio e intentando conseguirlo, se fue como misionero a tierras de la actual Colombia. Además, ¿no se alude a 1561, cuando estaba atormentada por la fundación de San José de Avila, momento que refleja en su autobiografía: “me hizo buscar con diligencia personas espirituales con quien tratar”?; así lo manifiesta también a su hermano: “Solo digo que personas santas y letradas les parece estoy obligada a no ser cobarde, sino poner lo que pudiere en esta obra”.
Gran consideración mereció a fray Luis la consulta y, por eso mismo, decidió no darle su parecer sin conocer antes el de Dios. Y así parecería ser que tardó unos tres o cuatro meses y cuando se sintió asegurado, le contestó.


   Gran ánimo y sosiego debió recibir la madre Teresa con la respuesta. No era un simple dictamen prudencial. Era a la vez una aval de la firmeza de su parecer y de la empresa misma proyectada. Era, sobre todo, la confirmación de lo que ella creía conocer del Señor sobre su intento reformador.


   Los discípulos de fray Luis admiraron la obra reformadora de Teresa, muy posiblemente fruto de la insistencia de su gran maestro. Y así por ejemplo el que fuera por dos veces Provincial de Aragón y más tarde Obispo de Barbastro y de Albarracín, el Padre Jerónimo Bautista de Lanuza op (1553-1624). En sus muchos y voluminosos escritos, hay una carta fechada en Barbastro -era su Obispo desde 1616- el 5 de noviembre de 1617, pidiendo la Canonización de la abulense, escrita en latín y dirigida a Paulo V.


   Luis Bertrán moría en Valencia en 1581 y dicha ciudad celebró el primer aniversario de ello en 1582, estando ya abierto su primer Proceso de cara a su posible Beatificación. En aquellos mismos días también moría en Alba de Tormes Teresa de Jesús. Teresa de Jesús y Luis Bertrán fueron almas paralelas. Ambas enamoradas de Dios, preocupadas por las cosas del Espíritu, por la observancia regular, auténticos reformadores. Los caminos serán diversos, pero había una coincidencia en la empresa.