El presente del Reino de Dios

El presente del Reino de Dios

Fr. Juan Manuel Febles Calderón
Fr. Juan Manuel Febles Calderón
Convento Virgen de Atocha, Madrid

Cuando se habla del Reino de Dios, automáticamente nos referimos al futuro, a un estado de felicidad en el cual no exista más sufrimiento. A nivel general, se tiene la esperanza de una vida más plena. A lo mejor esta percepción se da por la tradición israelita: ellos esperaban la venida de un rey que por fin implantara en la tierra el ideal de la verdadera justicia (cf. Sal 72). En relación a lo anterior; muchas personas ven el Reino como una realidad escatológica, la cual es anunciada por Jesús como un hecho estrictamente futuro. Olvidan que el Reino de Dios tiene una dimensión presente y futura: viene con Jesús, pero todavía no se ha realizado completamente; es un «ya, pero todavía no».

Hablar del presente del Reino es mostrar ya parte de lo que vamos a vivir en su plenitud.

Hablar del presente del Reino de Dios es sinónimo de una aproximación, un acercamiento al Reino. Es como empezar a vivir en la tierra parte de la promesa.  En tal sentido, podemos tener un acercamiento cuando, movidos por el bien común, llevamos a la práctica las acciones propias del Reino. Un reino que significa la liberación total y global de la creación, la purificación de todo lo que la oprime y la transformación de la sociedad, ya que el Reino siempre está presente donde los hombres realizan la justicia, buscan la fraternidad, se perdonan mutuamente y promueven la vida.

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Estas acciones del ser humano hacen que el Reino de Dios tenga una aproximación al presente. En tal sentido, este proceder nos lleva a tener un compromiso con la justicia. Entendiendo la justicia como la voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde, esto no debe entenderse con relación unicamente a los individuos, sino también con referencia al Estado y a la sociedad. La virtud de la justicia debe expresarse en el reconocimiento explícito y operativo de los derechos básicos de las personas, de los grupos y de los pueblos de todo el mundo. Esto exige realizar la sociedad con base en una real igualdad de oportunidades, permitiendo la participación democrática de los ciudadanos en las tomas de decisiones de la nación, en orden al bien común. En definitiva, hablar del Reino de Dios es mostrar ya actualmente parte de lo que vamos a vivir cuando se concretice en su plenitud el Reino.

Somos conscientes de que la plenitud del Reino nos será dada por Cristo mismo. Tal plenitud es una realidad futura, puesto que, para Jesús, la realización completa del Reino de Dios se tendrá solamente al final de los tiempos.