MAYO: EL MES DE SANTA MARÍA

MAYO: EL MES DE SANTA MARÍA

Fr. Irj Noman
Fr. Irj Noman
Real Convento de Predicadores, Valencia

MAYO: EL MES DE SANTA MARÍA

«Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre» Lc 1: 43

Mayo y María: Mayo es el hermoso mes, dedicado a María, que comienza con la fiesta de San José, el obrero, y termina con la fiesta de la Visitación de la Virgen María. María, la Madre de Dios, es honrada y admirada por su pureza, humildad, obediencia y fe inquebrantable. Al honrar a María durante el mes de mayo, nuestro objetivo es emular sus virtudes y acercarnos a su ejemplo de devoción a Dios.

Mayo, el mes de la primavera, trae renovación y novedad en flores y plantas, alineándose con los temas de María como una presencia fructífera y nutritiva para toda la Iglesia. La devoción a María brinda consuelo y esperanza en un mundo lleno de desafíos e incertidumbres. La fidelidad y la confianza de María en la providencia de Dios nos inspiran a perseverar en nuestro camino de fe, sabiendo que no estamos solos, sino acompañados por su cuidado materno.

Su papel como Madre de la Iglesia subraya su importancia como modelo de fe y discipulado para todos los creyentes.

María y Pentecostés. La presencia de María en Pentecostés simboliza su continuo discipulado de su Hijo, el cuidado maternal y la intercesión por la Iglesia. Así como estuvo presente en momentos clave de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su crucifixión (Jn 19,25), María también estuvo presente en el nacimiento de la Iglesia en el día de pentecostés. Su papel como Madre de la Iglesia subraya su importancia como modelo de fe y discipulado para todos los creyentes.

Rosario, el Evangelio resumido: El Rosario tiene un profundo significado para nosotros, y sirve como oración, arma y herramienta de meditación. Aunque es una devoción a María, la madre de Jesús, y a través de ella, encontramos un camino hacia una conexión espiritual más profunda y comprensión con Cristo, nuestro Señor. En la recitación rítmica y la repetición de las oraciones, hay una cadencia relajante que puede calmar la mente y abrirla a las percepciones espirituales. A través del Rosario, encontramos las verdades eternas de nuestra fe y encontramos una fuente de fuerza e inspiración en el ejemplo de la vida y la devoción de María.Top of Form

Fulton J. Sheen dice en su libro, "The World’s First Love":

El Rosario es el libro de los ciegos, donde las almas ven y allí representan el mayor drama de amor que el mundo haya conocido jamás; Es el libro de los simples, que los inician en misterios y conocimientos más satisfactorios que la educación de otros hombres; es el libro de los ancianos, cuyos ojos se cierran sobre la sombra de este mundo y se abren sobre la sustancia del próximo.

Así como el hilo mantiene unidas las cuentas del Rosario, así María mantiene unida a la familia.

Las cuentas del rosario nos ayudan a orar, meditar y concentrarnos en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

 La devoción a María brinda consuelo y esperanza en un mundo lleno de desafíos e incertidumbres

 Así como la Eucaristía es la cima entre los sacramentos, también lo es el Rosario como la cumbre entre los sacramentales. Es un viaje espiritual encapsulado en cuentas, un camino donde los fieles atraviesan los misterios de la vida, guiados por el suave toque de la oración.

 

Concluimos con la intercesión a la Virgen María en las palabras de Pablo VI:

A María, pues, Venerables Hermanos, se eleven en este mes mariano nuestras súplicas para implorar con crecido fervor y confianza sus gracias y favores (11). Que Ella, que ha conocido las penas y las tribulaciones de aquí abajo, la fatiga del trabajo cotidiano, las incomodidades y las estrecheces de la pobreza, los dolores del calvario, socorra, pues, las necesidades de la Iglesia y del mundo, escuche benignamente las invocaciones de paz. Que a Ella se elevan desde todas partes de la tierra, ilumine a los que rigen los destinos de los pueblos y obtenga de Dios, que domina los vientos y las tempestades, la calma también en las tormentas de los corazones que luchan entre sí (12) (PABLO VI, MENSE MAIO, CARTA ENCÍCLICA, abril 29, 1965).

 

 

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