Comentario en el IV domingo de Adviento
El relato evangélico nos presenta a José esposo de María, quien pretende repudiar a su esposa por haber quedado embarazada antes de vivir juntos. Pero antes de hacerlo, se le aparece un ángel del Señor, que le advierte que no haga tal cosa, pues lo que está pasando es obra del Espíritu Santo. El ángel añade algo importante: «tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Vemos cómo el nombre del niño ya es anunciado por el ángel del Señor en el sueño de José, y no es fortuito que sea así: el significado del nombre Jesús es ‘Dios salva’. El mismo nombre anticipa, de alguna manera, la misión que tendrá, tal como lo anunció al ángel, salvar al pueblo, ser el Mesías que tanto habían anunciado desde antiguo.
Jesús significa ‘Dios salva’. El mismo nombre anticipa, de alguna manera, la misión que tendrá, tal como lo anunció al ángel.
Es interesante notar cómo durante este tiempo de Adviento el nombre que más resuena para el Mesías es Emmanuel, como nombre profético de Cristo, que como es bien sabido significa ‘Dios con nosotros’. Aunque son dos nombres para una misma persona, también lo es para un mismo significado pedagógico y teológico, pues mientras uno indica lo que significará para aquel momento específico, el otro se convertirá en la realidad que trasciende el tiempo y el espacio, es decir, la salvación.
Hermanos, a ejemplo de José, que después de haber atendido a la voz del ángel acogió a su mujer, así acojamos nosotros el mensaje del Salvador, acojamos a Cristo, al Mesías, al Emmanuel… a Jesús el Señor.