"El que tiene más, siempre quiere" (Mc 10,35-45 Domingo XXIX TO)
El evangelio de este domingo nos habla de que el verdadero poder está en el amor y no en el lugar que debemos ocupar. Nos presenta una escena ridícula en el camino de Jerusalén. En ella podemos encontrar la ambición y el egoísmo del ser humano, incluso dentro del grupo de los doce apóstoles.
El texto nos habla de dos discípulos, Santiago y Juan, ambos hermanos ¡Qué casualidad! Estos se separan del grupo y se acercan solos a Jesús para hacerle una petición llena de altos intereses personales: que les conceda en su gloria los puestos de estar uno a su derecha y otro a su izquierda. Petición 'ridícula', ya que se ve en ellos que todavía no han comprendido a Jesús ni su proyecto al servicio del reino de Dios y su justicia. Y de hecho, Jesús les replica sorprendentemente que no saben lo que están pidiendo. Pero lo curioso es que, cuando los otros diez se les acercan y se enteran de lo que está pasando, se indignan con Santiago y Juan. Lo que hace suponer que ellos también están en las mismas, pretenden lo mismo. En el mundo antiguo, la derecha de un rey era el sitio de honor y la izquierda el que le seguía en importancia. En otras palabras, estos dos hermanos solicitan puestos y autoridad especiales.
Jesús, en su respuesta, quiere dejarnos bien claro qué es lo más importante en su proyecto evangelizador, lo más importante para ser seguidor suyo. En el grupo de los apóstoles surge la ambición, el privilegio, el ansia de poder y les lleva a dividirse. Jesús como buen Maestro los reúne para hablar con ellos y aclarar qué significa estar con él.
Estar a su lado no es dominar a los demás como hacen los políticos de turno, ni oprimir a los más débiles como sucede con los que ostentan el poder, ya sea político o religioso. Jesús es clarísimo: Nada de eso es posible siendo seguidor suyo. Jesús sólo quiere que seamos como él, servidores, hijos de Dios dispuestos a dar la vida por los hermanos: ''El que quiera ser grande sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero sea esclavo de todos''. Seguir a Jesús requiere renunciar a muchas cosas. Entre ellas, el rechazo de la búsqueda del poder por el poder mismo y el egoísmo humano de vivir una vida centrada en uno mismo.
La historia demuestra que los lugares importantes de servicio, y a menudo de honor, van para aquellos/as que se han preparado para ello, más que para los que los han buscado egoístamente. Por otra parte, ayudados por Jesús, la vida de estos dos discípulos culminará en servicio a los demás. Jesús termina este diálogo con una hermosa enseñanza. El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. Por tanto, si queremos seguir a Jesús, hemos de servir no buscar estar más arriba que los demás. Nadie está por encima de los demás si no se pone a servir.