¿Qué celebramos durante el Adviento?
Un año más tenemos la oportunidad de preparar la venida del Señor Jesús en nuestras vidas, el nacimiento del niño Dios en nuestros corazones; el Adviento. La comunidad cristiana durante este tiempo, celebra la doble venida del Señor: la primera es una venida escatológica. Es decir, la última venida de Cristo. En las dos primeras semanas, las lecturas que escucharemos en esta primera parte, se centran en este acontecimiento, anuncian esta venida futura del Señor Jesús. A partir del tercer domingo cambia el lenguaje, el vocabulario y los textos. Se nos habla la llegada inmediata del Salvador.
El evangelio de este primer domingo de Adviento, resalta dos verbos que son fundamentales en la vida cristiana, sobre todo en este tiempo de preparación: “Vigilar” y “velar”. El cristiano tiene que ser siempre vigilante, alerta, despierto y velador, es decir, mantener viva la esperanza y la fe en Jesús. Una de las preguntas que todo cristiano ha de hacer al inicio de este Adviento es, ¿cómo está mi fe? ¿Cómo vivo hoy y ahora mi fe? ¿Cómo es mi relación con Dios? Seguramente ante estas preguntas encontraremos respuestas que no coinciden con el mandato de Jesús a sus discípulos y a todos los cristianos, que es estar despiertos y vigilantes.
La parábola que Jesús emplea en este texto, es una exhortación al futuro, en él Jesús anuncia a sus discípulos algunas revelaciones que iluminan distintos aspectos de su segunda venida: “velad, no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si de día o de noche: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”. Aunque las palabras de Jesús tengan una mirada futura, no quiere decir que queda lejos su venida. Jesús se dirige en primer lugar a un grupo de Cristianos, sus discípulos y luego a todos los cristianos. “Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!” Por lo tanto, todos estamos llamados a velar, a mantener viva nuestra fe y esperanza en Jesús.
El cristiano es consciente de la primera venida del Señor mientras aguarda su segunda venida y por eso celebramos todos los años este hecho, esta primera venida de Jesús a nuestra historia, encarnándose, haciéndose uno como nosotros. Por lo tanto, toda la vida cristiana debe configurarse en una constante espera.
Un cristiano de hoy vive despierto cuando es coherente, lúcido. Cuando no se deja llevar por la insensatez y perderse por las múltiples ofertas del mundo de la mentira. Cuando busca siempre el bien para todos. Cuando mantiene viva su fe y esperanza y ante todo busca tener a Dios como punto de mira, donde apoyarse la vida. Esta es la vocación cristiana y dominicana. Tener a Dios como baluarte, tener siempre encendida la llama de la fe, la antorcha de la fe ardiendo.