EL ESTUDIO
Por eso, viene bien pararnos un momento a pensar sobre la importancia del estudio y quizás algo más importante: ¿por qué estudiamos?
Acabadas las vacaciones de Navidad, toca volver a la rutina. Pero el mes de enero, más que con la rutina, suele estar relacionado con otra palabra: exámenes. Aparcamos las grandes comidas familiares, de empresa o con los amigos, para meternos otro tipo de atracón; en este caso, de libros. Porque incluso los que han llevado un estudio continuado durante el cuatrimestre suelen aprovechar estas fechas para dar un último empujón antes de los exámenes. Por eso, viene bien pararnos un momento a pensar sobre la importancia del estudio, y quizás algo más importante: ¿por qué estudiamos?
Hoy en día vivimos en una sociedad que valora mucho la formación. El estudio no es solo parte de una etapa de nuestra vida, sino que nos acompaña a lo largo de la misma. Si uno es médico o ingeniero, debe realizar muchos cursos de reciclaje a lo largo de su vida. Tiene que estar al tanto de los últimos avances e investigaciones para poder prestar un mejor servicio. Por eso, el primer objetivo del estudio no es pasar una etapa de nuestra vida; ni siquiera aprobar unos exámenes (aunque este es un paso necesario de nuestra vida). El objetivo último del estudio es ser mejores personas para poder servir mejor: ese es, en el fondo, el sentido dominicano del estudio. Estudiamos para predicar mejor, para poder servir mejor al pueblo de Dios. Cuanto mayor es nuestro respeto y responsabilidad hacia el estudio, mayor será el respeto que tenemos a aquellos que predicamos y mejor será nuestra predicación. Del mismo modo, cuanto mayor respeto tiene al estudio un estudiante de medicina o criminología, mejor será el servicio que prestará a la sociedad.
El estudio es también una vocación, una pasión. Cuando una persona está enamorada de otra o le apasiona un tema, quiere conocer más; cuando un tema nos gusta, el estudio se hace más ameno. Hay momentos en los que conocer algo nuevo nos ilusiona y queremos aumentar nuestro conocimiento; hay veces que cuando terminamos de estudiar un tema nos sentimos realizados. Pero también es verdad que el estudio tiene sus momentos duros. Hay noches largas de estudio en las que parece que no comprendemos nada; momentos en que nos gustaría estar dando un paseo o estar con los amigos tomando algo, pero debemos preparar un examen o una presentación. El estudio, como muchas cosas en la vida, nos lleva a renunciar o escoger para lograr un objetivo mayor. Renunciamos a cosas que nos pueden apetecer en ese momento para poner los cimientos de un gran futuro. Esto es bueno recordarlo, porque en los momentos duros podemos perder de vista dicho futuro. El desánimo aparece en esos instantes y nos pueden dar ganas de dejarlo todo.
Cuando esto pasa, es bueno despejarse un poco. Dar un paseo, ver a los amigos, etc. Porque en el estudio es bueno tener presentes tres cosas: salud física, descanso y oración. Es bueno recordar el dicho latino «Mens sana in corpore sano» (‘mente sana en cuerpo sano’). Salir a despejarnos en medio del estudio hará que nuestra mente sea más receptiva a los nuevos conocimientos. Como en la comida, es mejor comer poco, pero varias veces a lo largo del día, que comer mucho pocas veces. Nuestro cuerpo asimila mejor los alimentos de la segunda forma. Así también nuestra mente asimila mejor el conocimiento cuando es continuo, desarrollando un hábito, que atragantándose en el mes de enero.
Por eso es también muy importante el descanso. Puede que podamos adelantar algún examen que llevamos atrasados quitándonos horas de sueño, pero a largo plazo nos hace no rendir igual de bien el resto del día, e incluso de la semana. El descanso es fundamental: no solo dormir, sino saber tomar algunos descansos durante el estudio.
Por último, aunque pueda parecer extraño, la oración. Salir con los amigos nos puede ayudar a despejarnos un momento, pero en los momentos de gran turbación es en la oración donde encontramos el verdadero consuelo y sosiego. La oración es, en cierto modo, tratar de amistad con Dios, como decía santa Teresa de Ávila. En nuestro día a día, con tanto ajetreo, ruido, etc., el silencio del estudio nos puede sobrepasar. Para aquellos que han adquirido un hábito de oración, esta parte del estudio es más fácil. Una persona acostumbrada a un clima de oración puede conseguir concentrarse mejor a la hora de estudiar; además, la oración nos ayuda a plantearnos por qué estudiamos.
En dominicano, estudiamos para predicar mejor. Estudiamos porque estamos enamorados de la verdad. Esa verdad que en la Navidad se ha hecho Niño por nosotros, por amor. Estudiamos porque estamos enamorados y para amar mejor.