La Familia Dominicana como tienda de encuentro
La vocación dominicana se teje con ayuda de los hermanos.
La familia es un concepto análogo: es decir, se puede decir de muchas maneras. Una de las características relevantes de toda familia es un antepasado común que reúne a los miembros en torno a sí. En nuestro caso, la familia dominicana, tenemos como figura clave a Nuestro Padre Santo Domingo. En ella están todos los que siguen a Cristo tras las huellas de Santo Domingo de Guzmán. Esto es, hacer vida carisma dominicano: la predicación. La familia dominicana está enriquecida por diferentes rostros, acentos y tonalidades: frailes, monjas de clausura, laicos, hermanas de vida activa, fraternidades sacerdotales, jóvenes.
La concepción de la familia dominicana como tienda de encuentro hunde sus raíces en tres claves de interpretación: Dios, hermano y uno mismo. Por tanto, se sigue que la familia dominicana es el lugar donde, además de vivir el carisma dominicano, se realiza el encuentro con Dios, con el hermano y con uno mismo.
Encuentro con Dios
La familia dominicana es un lugar, dentro de la Iglesia, donde algunos tenemos la oportunidad de encontrarnos con Dios. La espiritualidad dominicana es un faro que posibilita nuestro encuentro con Dios. La vocación y misión la recibimos de Dios, razón que explica la necesidad de este encuentro.
Encuentro con el hermano
El hermano es un lugar de encuentro con Dios. La vocación dominicana no se teje sola, sino con la ayuda de los hermanos. El encuentro con el hermano posibilita el arraigo y la solidez de la propia vocación. El camino que hacen juntos las personas que comparten la misma vocación siempre produce frutos ubérrimos.
Encuentro con uno mismo
«Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos.» (Sal 133, 1b-c).
La familia dominicana es un lugar propicio de descubrimiento, conocimiento y crecimiento personal. La tienda de encuentro, la familia dominicana, es un espacio para escucha y discernimiento. Escuchar a Dios para discernir aquello que nos pide a cada uno de nosotros. En la familia dominicana, dada su diversidad, podemos atisbar nuestra vocación dentro de la vocación.
En conclusión, los hijos de Domingo somos buscadores de la verdad por naturaleza. La oración, el estudio, la comunidad son lugares privilegiados para el encuentro con Dios. La misión de la familia dominicana sigue vigente en la Iglesia: predicar el evangelio para la salvación de las almas. El camino de la familia dominicana, enraizada en la unidad de sus miembros, florecerá para transparentar el amor y misericordia de Dios al mundo.

