San Luis Bertrán: un Apóstol de la Santidad
De justicia sois obligados a amar a vuestro prójimo pues Cristo os ha comprado este amor y dio por él nada menos que el suyo. (San Luis Bertrán, Tratados y Sermones, Valencia (1973), pp. 165-166.
San Luis Bertrán (en valenciano sant Lluís Bertran) fue un dominico que dejó una huella profunda en la historia de la Iglesia, tanto en su tierra natal como en América. Nacido en Valencia el 1 de enero de 1526, mostró desde muy joven una vocación religiosa extraordinaria. En su ciudad natal, visitaba frecuentemente el hospital general, donde ayudaba a atender a los enfermos.
El joven Luis decidió ingresar en la Orden de Predicadores a los 18 años, tomando el hábito dominico en 1544. Terminado el año de noviciado, hizo su profesión solemne (hasta la muerte) el 27 de agosto de 1545, el mismo año en el que se abrió el concilio de Trento. Como fraile, destacó por su compromiso con la vida espiritual y el estudio, convirtiéndose en un referente dentro de la Orden. De hecho, fray Luis llegó a estar a cargo de la formación en siete ocasiones. No sin razón, la Orden dominicana lo declaró en 1928 Patrono de sus noviciados y estudiantados. Fray Luis no sólo creía en la importancia del estudio como camino hacia la santidad, sino que también vivía una vida de oración y servicio a los demás, especialmente a los más necesitados.
En 1562, fray Luis fue enviado como misionero al Nuevo Mundo, donde se dedicó a evangelizar a los pueblos indígenas en zonas como Cartagena de Indias, Santa Marta y Bogotá. Con su humildad y dedicación, se ganó la confianza de los habitantes del Nuevo Mundo, quienes lo llamaban el “Padre de Dios”. Su misión no sólo fue espiritual; también ayudó a mejorar la vida de los pueblos que visitaba, rechazando cualquier recompensa material por su labor. Sin embargo, no todo fue fácil. Sufrió incomprensiones y dificultades, tanto de los colonizadores como de sus propios compañeros, a las que siempre respondió con paciencia y caridad.
Al regresar a Valencia en 1569, fray Luis continuó su misión de formar a los futuros frailes dominicos, demostrando una vez más su gran dedicación a la enseñanza. Fue prior de varios conventos y mantuvo una relación cercana con san Juan de Ribera, arzobispo de Valencia, quien estuvo a su lado durante su última enfermedad. Fue a petición del propio Ribera que fray Luis fue retratado en su lecho de muerte el 9 de octubre de 1581 por un pintor cuyo nombre se desconoce. El arzobispo deseaba asegurarse de que quedara un recuerdo visual del santo, cuyas virtudes y ejemplos serían siempre inolvidables. Este gesto no es de extrañar, pues la reputación de su santidad había ido creciendo a lo largo de toda su vida, y su entrega total a la fe lo convirtió en un ejemplo para la comunidad cristiana.
Tras su muerte, san Luis Bertrán fue beatificado en 1608 y canonizado en 1671. Estuvo enterrado en el antiguo Convento de Predicadores en Valencia. Tras la exclaustración, su cuerpo fue trasladado a la Iglesia de San Esteban en la misma ciudad. A pesar de que su cuerpo fue destruido durante la revolución religiosa en España, su legado continúa vivo. En la ciudad de Valencia aún se conserva la casa donde nació, y en la parroquia de San Esteban se halla la pila bautismal donde fue bautizado, la misma en la que recibió el bautismo otro gran santo valenciano: san Vicente Ferrer.
San Luis Bertrán es venerado como el patrono de Colombia, y su fiesta se celebra en la diócesis Valencia el 8 de octubre y en la Iglesia universal el 9 de octubre, recordando su vida de servicio, humildad y santidad.