Signos de una vocación

Signos de una vocación

Si empiezas a pensar en ser dominico

Cuando comienzas a pensar en la posibilidad de ser dominico y sientes que esta idea te llama cada vez más la atención porque te parece que es un proyecto de vida posible, entonces pueden darse reacciones: puedes sentirte desconcertado, o entusiasmado e incluso lleno de curiosidad… es normal.

La mayoría de los dominicos han experimentado algo similar. Dar el primer paso y ponerse en contacto con la Orden es una de las decisiones más difíciles para hacerse dominico. Aunque dar el primer paso parece muy difícil realmente es muy fácil contactar con nosotros.

 

¿Que le dirías a alguien que se plantea la vocación?

Bernardo Sastre
fray Bernardo Sastre

Quizá tú también, como yo, has tenido alguna experiencia parecida, o has sentido inquietudes vocacionales similares: piénsatelo… ¡merece la pena!

Miguel Angel Gullón
fray Miguel Ángel Gullón Pérez

Que la tome al paso, que abra bien los ojos del corazón, que se sienta acompañado, que no se sienta ni demasiado seguro ni tan débil, y que intente, sobre todo, buscar la felicidad dentro de sí mismo.


Carmelo Preciado
fray Carmelo Preciado

Que se atreva a dar el primer paso, compartirla con alguien que le pueda ayudar, “lo demás vendrá por añadidura” (Mt 6,33), y que se fíe de Dios. Y, siempre, que cuide esa vocación y confíe en las personas que van apareciendo en su camino, porque seguro que le van a ayudar.

 

 

Los frailes dominicos se comprometen en una aventura espiritual única: vivir la pasión por el Evangelio de Jesucristo que movía el corazón de Santo Domingo y de sus primeros compañeros hace 800 años. Este anhelo por anunciar el Evangelio tiene estas características:

Ser hombres de la Palabra

El gusto por la Palabra de Dios caracteriza a los frailes. La Palabra que exige ser meditada sin descanso y vivida de manera plena. Los frailes promueven continuamente el estudio de la Palabra de Dios.

La predicación inicial de Santo Domingo frente a los cátaros dejó en sus frailes la convicción de que el anuncio del Evangelio sólo se puede realizar por medios auténticamente evangélicos (Mc 6,7 ss). Para llegar hasta el otro y comprenderlo es necesario vivir como vivieron los apóstoles: vida común e itinerancia.

Este proyecto de vida se concretiza en una forma de vida religiosa con elementos característicos: los cuatro pilares propios de la vida de los frailes predicadores.

 

El gusto por el estudio como búsqueda de la verdad

Toda nuestra energía personal, comunitaria, intelectual y espiritual quiere ser útil para las almas de los otros, para todos, los de cerca y los de lejos. Nos hacemos útiles a través de nuestra palabra y de nuestro ejemplo. Por lo tanto nuestra dedicación al estudio es fundamental para poder profundizar en las causas de lo que vivimos.

Nos hemos consagrado al anuncio de la Palabra en todas sus formas: predicación, confesión, enseñanza, publicaciones, acompañamiento espiritual, presencia humilde… La predicación anima lo que hacemos o vivimos, al punto que nuestros conventos han sido llamados “Santa Predicación”.

 

Compasión

La preocupación por los más pobres ha encontrado en la compasión de Domingo y de sus frailes una respuesta generosa. Ninguna dimensión de la vida humana es ajena para ellos. La misericordia es el impulso, el tono y la mística del fraile predicador. Al momento de expresar su compromiso, a la pregunta, “¿Qué pides?”, el fraile dominico responde: “La misericordia de Dios y la de la Orden de los Frailes Predicadores”.

 

Vida compartida

Viviendo en la fraternidad, los frailes buscan vivir el amor, el perdón y el Evangelio en comunidad para poder compartirlo con los demás. Animados por la regla de San Agustín, los frailes viven juntos la llamada vocacional que viene de Aquel que les llama: Cristo. 
 

Comunicar a los otros lo que se ha contemplado

La predicación recibe su vitalidad de una vida de oración personal y comunitaria. Para un dominico, la predicación auténtica es un verdadero acto contemplativo. Los frailes están llamados a ser a la vez tanto contemplativos como profundamente misioneros.