¿AMOR A LOS ENEMIGOS? VII DOMINGO DEL T.O.
En el Evangelio de este domingo, podemos ver un tema que puede ser verdaderamente polémico: el trato que debemos a las personas que nos hacen daño. La primera idea que se nos viene a la cabeza es devolverles el mal que nos han hecho; sin embargo, Jesús viene a enseñar cuál es la verdadera justicia que su reino exige.
Jesús no nos pide una actitud pasiva y resignada frente al mal: él no nos llama a quedarnos sufriendo y soportando todo callada e hipócritamente, sino todo lo contrario. Nos pide una actitud activa, pero no correspondiendo al mal con otro mal, sino venciendo el mal a fuerza del bien, porque el mal solo puede generar una cadena de más mal. Nos enseña el papa Francisco que una persona que actúa movida por el mal es porque tiene un vacío de bien, y en este sentido nosotros podemos ser agentes de cambio en el mundo, porque nosotros sí que hemos conocido el amor de Dios, el cual, como dice santo Tomás de Aquino, es el sumo bien.
Así pues, mediante el ofrecimiento de nuestro perdón y de nuestro amor, dando lo mejor de nuestro ser, podremos poner fin a esa cadena de acciones malas que solamente nos aprisionan y nos dejan vacíos y con dolor, y podemos ir creando poco a poco, relaciones fraternas y libres, en las que, ciertamente, habrá cosas que no nos gusten, pero todos como hermanos podremos ir viviendo asertivamente de acuerdo al amor que Dios nos da.
En nuestras manos está la capacidad de ir generando nuevas estructuras en la sociedad, que deben ir marcadas por el amor, la justicia y la unidad; todo está en que nos decidamos a hacerlo. No tengas miedo de ofrecer tu bien y tu amor al hermano, aunque al inicio seas incomprendido, porque el amor es lo único que, al compartirlo, no nos deja más pobres, sino que crece cada vez que lo damos.