¡Ave María Purísima de Gracia Llena!

Fr. Juan Franco Pérez
Fr. Juan Franco Pérez
Convento de San Juan Macías, Cáceres
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Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Sma. Virgen María

“DECLARAMOS, PROCLAMAMOS Y DEFINIMOS QUE LA DOCTRINA QUE SOSTIENE QUE LA BEATÍSIMA VIRGEN MARÍA FUE PRESERVADA INMUNE DE TODA MANCHA DE LA CULPA ORIGINAL EN EL PRIMER INSTANTE DE SU CONCEPCIÓN POR SINGULAR GRACIA Y PRIVILEGIO DE DIOS OMNIPOTENTE EN ATENCIÓN A LOS MÉRITOS DE CRISTO JESÚS SALVADOR DEL GÉNERO HUMANO, ESTÁ REVELADA POR DIOS” (Bula Ineffabilis Deus).

 

Recordamos gozosamente este día, pues, en él la santidad de Pío IX proclamo a la humanidad entera el dogma de la Inmaculada Concepción o de la Pura y Limpia Concepción de Santa María la Virgen.

María es retratada en esta ocasión como el modelo más acabado y mejor de la Iglesia, Iglesia atenta a los mandatos de su Señor, Iglesia que se pone en camino, que está en camino, que no se mueve de los caminos en espera siempre de la voz de su Señor.

María concibe en su vientre, pero queda intacta al concebir, no tiene que pasar por la naturaleza humana de la concepción más que en su parte, porque la otra parte, es la parte verdadera, la que es verdad y la que es vida, tanto que es Creación con mayúsculas. María quedara intacta porque Dios tiene que poner de manifiesto, una vez más, su presencia, su poder, su paternidad especialísima, y en esto quizás está el preservar la virginidad de María que no quedara menoscabada, o quizás sea porque desde el principio quiso dar una lección en la vida primigenia de Jesús.

 

Él no venia al mundo para hacer sufrir a nadie, ni para romper nada que estuviese entero, sino para redimir a todos y reconstruir lo que esta roto. Lo mismo que pasó con el pecado que entró en el hombre contra la voluntad de Dios, así paso con Cristo, el sufrimiento que esté ligado a su persona, no es culpa suya sino de aquellos que se le oponen. 

María tiene que ser tocada por el esperma de Dios para que el Verbo sea posible, el Verbo de carne y sangre, el Verbo hecho hombre, como los hombres y para los hombres. Pero Dios, porque así convenía que fuese, no se cuela sin permiso y eliminando la libertad. Convenía también que la que desde ese momento se convierte en Esclava del sí a Dios, de un sí que no depende de la divinidad sino de la humanidad, ahora enteramente centrada en María, sólo en María.
La encarnación viene a María como redención de los pecados, es el antídoto, el regreso al paraíso de la intimidad con Dios, a la relación verdadera de filiación paternal de Dios con los hombres.

 

La gracia parece haber perdido con la entrada del pecado en el hombre la primacía que tiene en la relación de esté con Dios. Subyace entonces el pecado como el gran combustible de la historia de la salvación. María es el gran eslabón, el puente santo que nos sitúa en la cercanía de Dios, aquella que entresacada de Israel, se hace pequeño resto, fiel y salvable, resto del que más tarde todos saldremos limpios y redimidos, María es ese pequeño núcleo salvado pero tremendamente significativo.

Ante este misterio los hombres de nuestro tiempo nos sentimos llamados a querer quitar los velos que lo cubren. Reclamamos que se nos muestre la verdad razonada y abiertamente. Digo yo que será por eso, el que a muchos les cueste hablar de María, predicar a María, rezar a María, o en el peor de los casos no querer a María agradecidamente. 

¿Pero de verdad llegaremos algún día a quitar algunos de los velos, para intentar entender todo lo que por Ella pasó, todo lo que Ella vivió? Si me lo permitís creo que no, es radicalmente imposible poder acercar las mentes más brillantes de los hombres al entendimiento del misterio de Dios entre nosotros. 

 

En el misterio de María sólo nos queda el camino de la fe, el mismo camino que Ella tuvo que seguir, el mismo que Ella tuvo que abrazar, el del sin sentido de la fe, la espesura de la fe, la Fe con mayúsculas donde Dios viene a revelarse en el vientre puro y sin macha de una mujer. La fe será lo único que nos queda ante este dogma concepcionista. Ante esto lo único que nos resta es empequeñecernos más ante lo que Dios quiere, ante lo que Dios ha hecho, ante lo que Dios nos da. Para que esta vida nuestra sea vida de Dios, por ofrecimiento, por donación como hace Ella, la que con toda razón es llamada por la Iglesia, Pura y Limpia, Siempre Virgen y Madre de Dios, un Dios que viene a su seno para que tu y yo podamos llegar a ser un día como Ella puros y limpios por y para la obra del Señor.