"Dadles vosotros de comer" Solemnidad del Corpus Christi
El día del Corpus Christi se ha convertido en nuestra tradición en un ejercicio de ensalzamiento de la eucaristía donde lo estético tiene la tentación de asfixiar a la fe, algo con lo que no debemos transigir. Viene siempre a mi memoria un cuadro del pintor polaco Jerzy Duda Gracz en el que, sobre una procesión del Corpus (con custodia, palio, estandartes, trajes de comunión y pétalos de rosa) nos golpea con un Cristo desnudo, sufriente, a punto de ser crucificado… también el verdadero cuerpo de Cristo.
El evangelio de hoy nos ayuda a recuperar el sentido de este día. Los discípulos de Jesús fueron capaces de ver la situación de la gente, desorientados y con hambre, pero no fueron igual de hábiles para dar respuesta. La invitación de Jesús fue clara: “dadles vosotros de comer”. Aquí está el reto de la eucaristía, no sólo a aquellos discípulos sino también a nosotros. Esta es la provocación de Jesús para poner la propia vida y fe en juego. Cada vez que compartimos la eucaristía no es nuestra propia hambre la que saciamos, sino que somos impelidos a saciar el hambre de los demás, de aquellos que viven situaciones de mayor hambre, necesidad y desorientación.
El Señor vela por la vida de su pueblo y necesita de ojos abiertos y manos generosas para llevar su pan y su palabra a quienes no pueden o no saben acercarse a Él. A cada uno de nosotros se nos aguijonea en este día (y en todos) con la misma indicación: “dadles vosotros de comer”.
Imagino la cara de los discípulos cuando les dijo esta frase. “Pero, es imposible…”. Como la nuestra: “¿qué puedo hacer yo?”. Busquemos la respuesta en su Palabra y en la eucaristía.
La eucaristía es Cristo mismo, vivo y actuando en cada momento, como en aquel lejano día en que tomó los panes y los peces, “los bendijo, los partió y se los dio a sus discípulos para que los repartiesen”. Parecen gestos sencillos, pero en ellos va toda su vida y el mensaje de su Reino: con la bendición hace presente a Dios Padre que renueva su creación para dársela a sus hijos, con el gesto de partir el pan evoca la justicia que Dios quiere para sus hijos y con la donación es Dios mismo quien se da, quien se regala para la vida, quien es alimento para aquellos que tienen hambre.
¿Dónde están hoy los discípulos que tienen que repartir el pan? Todos los creyentes participamos de esta vocación, pero algunos de entre nosotros dedican sus vidas a imitar continuamente este sacramento que es presencia permanente de Cristo entre nosotros. Es justo que hoy demos gracias por todos los sacerdotes que celebran cada día la eucaristía, que hacen de su vida una bendición de Dios, que se parten ellos mismos y se dan a los más hambrientos y necesitados.
“Dadles vosotros de comer”. Hoy, día del Corpus Christi, día del Cuerpo y la Sangre de Cristo, día de la Caridad, es el día del agradecimiento, de la generosidad, de la entrega sin límites. Pidamos al Señor que entre nosotros haya siempre creyentes que respondan de manera libre y generosa a su llamada, creyentes que sean sus manos y su pan en medio de nuestro mundo.