Descubrir a Jesús
5º Domingo de Cuaresma
“Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene”.
Ésta era la creencia que estaba extendida en tiempos de Jesús sobre la venida del Mesías. Sabían, además, que el Mesías tenía que nacer en Belén y que debía permanecer en un lugar oculto hasta el día de su venida. Jesús aparece como el extraño y el cercano al mismo tiempo; el otro, pero muy familiar, muy conocido.
Detrás de esta paradoja se esconde un doble misterio. El misterio del ser mismo de Jesús como Hijo, que le sitúa en una relación única con el Padre y con los hombres. Jesús vino en nombre del Padre para habitar con los hombres; éste es el misterio de la encarnación. Un misterio que es a la vez extraño y cercano a los hombres. El evangelista Juan lo ha comprendido, por esa razón nos transmite la tensión que existe entre el misterio de Dios encarnado y la extrañeza que aquello produce en la humanidad.
Pero para comprender mejor el mensaje que quiere transmitirnos el evangelista Juan, habría que tener en cuenta el contexto en el que está inserto el texto. Éste nos introduce en el contexto de las fiestas judías, la fiesta de las Tiendas o de los Tabernáculos. Tras habernos presentado la misión de Jesús en las fiestas judías del sábado y de la Pascua, ahora ve legítima su mesianismo y su identidad. En esta festividad, en la que los judíos subían a Jerusalén durante ocho días de peregrinación haciendo rogativas en pro de las lluvias futuras, Jesús es invitado por sus “hermanos”. Pero él rehúsa dicha invitación ya que considera que sus “hermanos” carecen de fe. Él prefiere subir por cuenta propia y en secreto.
El evangelista Juan insiste mucho en tener fe para descubrir el mesianismo de Jesús. Por eso, quienes no tienen fe inician discusiones en torno a su persona, la gente discute sobre el origen de Jesús. Algunos afirman conocerlo, hasta saben que él es la persona que las autoridades judías quieren matar.
Jesús no contradice los conocimientos de sus familiares sobre su persona, pero va más allá llevándoles a redescubrir su verdadera identidad y su misión: Él es el enviado, el Cristo, pero ellos ignoran este lado suyo. La discusión a causa de la identidad de Jesús muestra que los suyos no lo conocían; pues no tenían fe. El evangelista quiere conducirnos a la fe en Cristo. La fiesta de las Tiendas tiene aquí un sentido simbólico profundo; ya no hace falta peregrinar a Jerusalén para rogar por las lluvias futuras, en Jesús fluirán los ríos de agua viva. Jesús es el agua viva. Es decir, el Espíritu de Dios que recibirán todos aquellos que creen en él cuando sea glorificado. El mesianismo de Jesús se descubre progresivamente, pues Jesús es el revelador del Padre, el enviado definitivo de Dios y superior a Abrahán y a todos los profetas.
El evangelista Juan muestra también el hecho de que este mensaje de Jesús, que revela su mesianismo en el contexto de las fiestas, va a seguir aumentando la hostilidad de los judíos hacia él. En vez de acoger el su mensaje, prefieren obstinarse en la incredulidad. Es lo que hicieron sus “hermanos” antes de ir a la fiesta de las Tiendas en Jerusalén; tampoco acogieron el mensaje de Jesús. Esa actitud de incredulidad de los “hermanos” de Jesús, ya anticipaba lo que iba a sucederle en Jerusalén. Jesús, pues, se identifica con el Padre y lo da a conocer.
El evangelista Juan prepara en Jerusalén, el centro religioso de los judíos, una fuerte controversia entre Jesús y las autoridades judías, dentro del contexto de la fiesta de las Tiendas, pero que luego, más adelante, esta controversia finalizará con la condena a muerte de Jesús. De este modo, los que no hayan creído en Él son ya juzgados por ellos mismos. Jesús es lo que Dios dice de sí mismo en cuanto hombre; el cuestionamiento de la identidad de Jesús y su autoridad muestran que la llave que abre la puerta a Dios es la fe. El origen de la salvación es la fe. En Jesús se manifiesta la transmisión de la revelación definitiva de Dios; él es la comprensión de lo que Dios quiere y pide a la humanidad. La realidad histórica de la humanidad no pude ser llevada a cabo, a la plenitud sin Dios. Pues la humanidad es la plenitud en la creación y la misma creación forma parte de la acción de Dios.
Toda la creación nos habla del misterio de Dios y de la cruz. Todo esto se descubre con la fe en Jesús. Tener fe o creer es abrirse a recibir el don de Dios. Introducir la revelación del mesianismo de Jesús en un contexto de la fiesta judía de las Tiendas, viene a significar que lo que se celebra lo lleva Jesús a su plenitud; Jesús nos invita a conocerle para conocernos a nosotros mismos. Es una invitación a la comunión: conocernos plenamente en Dios. En otros términos, Jesús nos introduce en el seno de Dios. Esta es la legitimidad mesiánica de Jesús.