Echad la red - III DOMINGO DE PASCUA
Casa de Santa Rosa de Lima, Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Sabemos que los discípulos estaban viviendo momentos difíciles: el Maestro no estaba con ellos, ellos estaban, por decirlo de alguna manera, en momento de oscuridad; podemos imaginar que sus esperanzas estaban disminuyendo. Pero en esa oscuridad aparece Jesús y les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?». Ellos contestaron que no, y en ese momento Jesús les da instrucciones para que echen la red a otro lado. El encuentro con el Resucitado se da muchas veces en lo cotidiano, como pasó con estos discípulos, para ese encuentro el maestro nos invita, pero en nosotros está la decisión de decir sí o no. La Pascua es un celebrar, es un anunciar que «verdaderamente resucitó nuestro amor y nuestra esperanza».
Muchas veces perdemos las esperanzas de seguir luchando por una sociedad mejor: nos invade el pesimismo de ver todo negativo, pero la voz de Jesús resuena y nos invita a tirar la red, no solamente a otro lado o fuera de nuestra zona de confort, sino a tirarla con más fe en él, en su palabra, en saber que es un proyecto de Dios y no un proyecto personal.
Como frailes predicadores que somos, debemos saber que para llevar a cabo la predicación a la manera de santo Domingo, santo Tomás de Aquino, santa Catalina, san Vicente Ferrer, san Martín de Porres y otros muchos santos y santas de nuestra Orden, debemos encontrarnos con el Resucitado, y a partir de este encuentro veremos cómo cambian nuestras vidas; la oscuridad se transformará en luz.
Nuestro mundo necesita mucho del Resucitado, nuestra sociedad necesita de esa paz que transforma y que nos hace hermanos y hermanas. Es una misión de cada uno de nosotros ser portadores de esa paz verdadera, llevar el mensaje de unidad entre todos, respetando las opiniones de cada quién y entrando en diálogo con el mundo. Por tal motivo, los discípulos no tuvieron miedo de anunciar al Resucitado. Nosotros hoy en día debemos anunciar a Cristo resucitado, el cual venció la muerte para darnos vida a cada uno de nosotros. Quiero terminar con esta frase de santa Catalina, que dice: «Todos somos árboles de amor, y sin ser regados por el amor, no podemos vivir, porque Dios nos ha creado por amor».