El perdón como principio básico de la fe cristiana

El perdón como principio básico de la fe cristiana

Fr. Esteban Nko Sipi
Fr. Esteban Nko Sipi
Real Convento de Predicadores, Valencia
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El que perdona gana en humanidad.

El perdón es uno de los principios básicos de la fe cristiana, pero en realidad, su relevancia trasciende las fronteras religiosas. Independientemente de si somos cristianos o no, el perdón nos enriquece y nos humaniza.

El que perdona, gana, ¿en qué? en humanidad. Perdonar no solo beneficia a nivel individual, sino también fortalece a la comunidad en su conjunto. Al igual que la gracia, el perdón, cuando se otorga, tiene el poder de transformar al culpable, dotándolo de la capacidad para replicar ese acto de perdón. Mahatma Gandhi, famoso por su enfoque en la no violencia, expresó esta verdad al decir: «Los débiles nunca pueden perdonar. El perdón es el atributo de los fuertes». Perdonar requiere valentía y una fortaleza interior considerable.

Perdon CristianoLas enseñanzas de Jesús nos desafían profundamente, instándonos a responder al mal con el bien. Él nos propone una nueva forma de vivir el amor, basada en el perdón y el olvido. Jesús pide un perdón total, sin lugar para la venganza ni el rencor. Esta enseñanza, aunque radical y contracultural, es fundamental para construir el reino de Dios aquí en la Tierra. Exhorta a sus discípulos a no devolver mal por mal, sino a responder con bondad, alejándose así del principio de ojo por ojo, diente por diente”.

Desmond Tutu, (Premio Nobel de la paz,1984) un hombre que vivió y trabajó en un contexto de extrema injusticia y violencia durante el apartheid en Sudáfrica, entendió muy bien la ver que nos presenta Jesucristo en el pasaje del Evangelio que sirve de base a esta reflexión. Él afirmó: «Sin perdón no hay futuro». Tutu sabía que la única manera de sanar y construir el futuro de su patria no era a través de la venganza y la división, sino mediante el perdón y la reconciliación. La Comisión de la Verdad y Reconciliación, de la cual Tutu fue una figura central, se basó en este principio. No se trataba solo de justicia, sino de curar las heridas profundas de una sociedad marcada por el odio y la opresión. Pero Tutu entendió que para que el perdón arraigara, era necesario conocer toda la verdad.

El perdón no reemplaza a la justicia; no. La justicia restablece el equilibrio en la vida socavada por el conflicto, mientras que el perdón va más allá, añadiendo un toque especial. El perdón, cuando se da con plena consciencia y sin emotivismos, precipitaciones, puede lograr verdaderamente lo que pretende la justicia: restablecer los vínculos sociales y fortalecer la vida en sociedad.

Jesús nos muestra que el perdón es un acto de amor y valentía.

El perdón no es fácil. Implica renunciar a nuestro derecho a la venganza; implica dejar morir nuestro yo vengativo y de resentimiento. Pero es a través del perdón que encontramos verdadera libertad y paz. Jesús nos muestra que el perdón es un acto de amor y valentía. Al ofrecer la otra mejilla, al caminar la milla extra, estamos declarando que no permitiremos que el odio y la violencia definan quiénes somos.

En un mundo que promueve la cultura de la muerte con guerras y conflictos armados que provocan pérdida de vidas, donde la norma es la ley del talión, es justo utilizar el recurso del perdón para construir un mundo radiante de vida, amor y justicia.

Queridos hermanos, Jesús nos llama a responder a las situaciones no con venganza, sino con perdón. Al hacerlo, rompemos el ciclo de la violencia y abrimos la puerta a la reconciliación. Sigamos el ejemplo de Jesús y de líderes como Desmond Tutu, quienes nos muestran que el perdón no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. Es a través del perdón que podemos construir un futuro mejor para nosotros mismos y para nuestras comunidades.

Pidamos al Señor que nos haga instrumentos de su perdón.