El Rosario: Compendio del Evangelio

El Rosario: Compendio del Evangelio

Fr. César de Camps Peña
Fr. César de Camps Peña
Real Convento de Predicadores, Valencia
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Todos sus aspectos conectan con la espiritualidad dominicana.

Virgen del Rosario y Santo Domingo de Bartolomé Esteban MurilloA mi entender, el título de esta publicación es una excelente manera de expresar la belleza del Rosario como devoción. No en vano, el Papa Francisco ha exhortado a los fieles a perseverar en su rezo, como una oración que «ha alimentado la fe del pueblo cristiano a lo largo de los siglos».[1]

Aclaro que este título no es de mi invención, sino que está tomado de una frase de Pío XII (1946), citada por san Pablo VI en la Exhortación Apostólica Marialis Cultus (1974)[2]. Según mi parecer, la referencia refleja muy bien la transversalidad del Rosario como oración de mediación dirigida a Cristo, pues María siempre nos conduce a su Hijo.[3]

Las razones son varias: primero, el Rosario es una oración sencilla y profunda. En efecto, hay muchos elementos por los cuales esta devoción resulta tan asequible al pueblo cristiano. Entre ellos destaca que el Rosario se refiere directamente a los misterios salvíficos cumplidos en la vida de Cristo con simplicidad. Es, en esencia, una predicación del acontecimiento de la vida de Cristo inspirada en el Evangelio. Además, su estructura armónica facilita el rezo individual como el comunitario, a los que se adapta con mucha facilidad, siempre y cuando sepamos mantener un ritmo tranquilo que permita su reflexión.

Desde los ojos de María

El Rosario nos ofrece una gran versatilidad para la meditación de cada misterio. Cada anuncio de los episodios de la vida de Jesús va seguido de una secuencia de avemarías que propician el espacio para profundizar en ellos y en su interrelación. A su vez, la secuencia de avemarías es una constante alabanza a Cristo, su Hijo, fruto bendito de su vientre, y centro de nuestra fe.

Dentro de la tradición dominicana, todos estos aspectos conectan profundamente con los pilares de nuestra espiritualidad. El Rosario se revela como una oración que invita a la fraternidad comunitaria, de continua contemplación de la vida de Cristo, invitándonos a profundizar en nuestra relación con él desde nuestra realidad, ofreciéndonos un espacio en el cual integrar nuestras peticiones y las de quienes nos solicitan oración.[4]

Espero que, con esta pequeña reflexión, todos nos sintamos animados a practicar esta hermosa devoción, que, como dijo el Papa Benedicto XVI, es inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura, en la que el cristiano avanza en su camino de seguimiento a Jesús, precedido por María.[5]

 
[1] M. de la Torre, «Virgen del Rosario: Papa Francisco alienta a valorar esta oración en octubre» en ACIPrensa https://www.aciprensa.com/noticias/90184/virgen-del-rosario-papa-francisco-alienta-a-valorar-esta-oracion-en-octubre [06-10-2021]
[2] Pablo VI, Exhortación Apostólica Marialis Cultus (02-02-1974), n. 42
[3] M. Gelabert, «Virgen del Rosario, advocación transversal» https://nihilobstat.dominicos.org/articulos/virgen-del-rosario-advocacion-transveral/ [12-10-2018]

[4] cf. J. De Cos, «Historia del Rosario» en Dominicos.org https://www.dominicos.org/espiritualidad/rosario/historia/
[5]Benedicto XVI, Ángelus, https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/angelus/2006/documents/hf_ben-xvi_ang_20061001.html  [01-10-2006]