El trigo y la cizaña (XVI DOM. DEL T.O.)
Casa de Santa Rosa de Lima, Santiago de los Caballeros, República Dominicana
Hoy nos encontramos frente a la parábola del trigo y de la cizaña, dos plantas parecidas, aunque en algún momento la cizaña parece que es más fuerte que el trigo, al cual casi lo ahoga. En el proceso en que las dos van creciendo juntas, se puede correr el riesgo de, al querer arrancar la cizaña, también lo hagamos con el trigo: por eso es mejor dejarlas crecer, y llegará el momento en que podamos diferenciarlas bien y arrancar.
El sembrador esperó, tuvo paciencia, confianza en su siembra. En algún momento nosotros podemos ser ese sembrador, aunque sembremos buenos frutos, se puede colar una mala hierba, por lo que tenemos que estar atentos y vigilantes, para diferenciar lo bueno de lo no tan bueno. Nos llegaran las pruebas, las dificultades, los momentos en que queramos tirar la toalla; por eso debemos tener paciencia y saber crecer.
Nuestro ser cristiano se debe diferenciar: debemos ser ejemplo, ser críticos y defensores de un mundo más humano. Sabemos que la mala hierba de la corrupción crece, o los maltratos a las personas que piensan diferentes. Pero la honestidad, la justicia que crece a la par, ha de ser más fuerte. Nuestra predicación ha de ayudar a establecer esas diferencias y animar a esa paciencia, que nos hace cada día más humanos.