Se le ha revelado a los pequeños (XIV domingo del T. O.)
¿Por qué al Padre le ha perecido bien revelarse a los pequeños, y no a los sabios y entendidos? ¿No hubiese sido más eficiente e inteligente que el Hijo revelara el Padre a los poderosos e influyentes? Desde la perspectiva de la eficacia y del poder, la decisión de Dios de revelarse a los humildes es un error de cálculo y una pérdida de tiempo. Desde ahí, los proyectos se sacan adelante gracias a una maquinaria bien armada, que menosprecia y excluye a lo que no sirve adecuadamente para la realización del proyecto.
La lógica del proyecto de salvación y del Reino es diferente: la revelación es posible solo a quien renuncia a su proyecto egoísta y se suma al proyecto dado por Dios. Eso supone hacerse pequeño y humilde. Supone reconocer las limitaciones del poder que se fundamenta en nuestras capacidades finitas. Implica entender que, aunque la eficacia se aplica a los proyectos efímeros de nuestra condición temporal, el proyecto de Dios es de carácter trascendente: no se agota en el aquí y el ahora. A Jesús se le facilita más revelar al Padre a los pequeños, porque están en condición más favorable de acoger a un Padre, no de ver en él un socio con quien negociar o un competidor que viene a entorpecer mi proyecto.