"Una enseñanza que libera" Domingo IV TO ciclo B
El Evangelio de este domingo sitúa a Jesús en Cafarnaúm y en una sinagoga en sábado, es decir, en el ámbito donde los judíos expresan su fe y viven su religiosidad. Invitado a enseñar, Jesús toma la palabra y comienza a predicar, pero no lo hace como los escribas, hay en él un modo tan radicalmente distinto que llamó la atención de todos y les dejó estupefactos. En este escenario, donde los líderes religiosos ejercen su autoridad y hacen valer sus opiniones, ¿Qué es lo que enseña Jesús que le hace diferente? ¿Cuáles son los argumentos que descolocan y llaman tanto la atención? Sin duda alguna en sus palabras hay un tono, una proyección y un sabor novedoso, su enseñanza viene acompañada en primer lugar de su obrar. Las palabras de Jesús son el eco de sus actos y estos le confirman su autoridad. Allí mismo ante quienes están atónitos ejerce el poder único de su enseñanza, el poder del liberar.
La autoridad de Jesús, no procede de un academicismo religioso, ni de una casta sacerdotal sino que procede de una experiencia de encuentro y relación con Dios, su Padre. De la intimidad del trato con Dios, nace la identidad que le confiere autoridad. Jesús vive en la certeza de ser enviado por el Padre, querido y amado por El, de tal manera que sus palabras son entonces el eco de su corazón. El corazón de Jesús rebosa del amor de Dios y sus palabras testimonian la misericordia de Dios. Los presentes no podían menos que sorprenderse ante una enseñanza nueva en su estilo y en su forma, con un lenguaje distanciado del autoritarismo y próximo al afecto, desde una motivación sincera que hace creíble su vida.
La nueva forma de enseñar de Jesús es la liberación, no se había escuchado hablar de un Dios tan cercano, que sitúa a los hombres y mujeres por encima de los preceptos y las leyes. En la enseñanza de Jesús está presente la revelación de un Dios que no mira al mundo para condenar, ni poner pesadas cargas sino que perdona y acoge, que confiere al ser humano una dignidad inalienable capaz de liberarle de las presiones sociales y religiosa, de los espíritus inmundos que no es otra cosa que lo que deshumaniza. Escuchando a Jesús y poniendo nuestra confianza en sus palabras, descubrimos un camino de realización verdaderamente auténtico, en relación con toda la humanidad, que nos ayuda en el proceso de crecimiento personal y también social.
Fue este estilo se enseñanza de Jesús el que enamoró a Domingo de Guzmán, el que le movió a fundar y extender por el mundo una Orden que se encargara de enseñar y predicar liberando. El Predicador de la Gracia, comprende que el seguimiento de Jesús y la invitación a la colaboración en el plan de salvación pasa necesariamente por la liberación integral del ser humano. La vocación dominicana comprende la autoridad como un ejercicio del servicio que se compromete con la realidad que viven las personas de nuestro tiempo. También nosotros, llamados a enseñar, tenemos que aprender los nuevos métodos y gestos que liberen. Colaboramos con Jesús en la construcción del Reino de libertad y justicia que Dios proyectó desde siempre y al que tiende nuestro deseo y búsqueda de la felicidad.