XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario - La gracia es gratis: itinerario de fe y salvación
Las lecturas de este domingo siguen la misma temática del domingo pasado: la fe. El justo vivirá por su fe (Ha 2,4) y su fe le salvará. Es interesante percibir el manifestarse de las cosas sobrenaturales en medio de las naturales. Y no podría ser de una manera diferente. Algunas veces solemos estructurar las relaciones entre personas bajo la lógica del mérito, del merecimiento, con ciertos rasgos de utilitarismo. Sin embargo, la lógica del relacionarse con Jesucristo, plena manifestación de lo sobrenatural en lo natural y en lo cotidiano de nuestras existencias, nos enseña otras categorías y modos. O mejor aún, devela en nosotros la recóndita faz que suele estar adormecida. Los signos o milagros que encontramos en las Sagradas Escrituras son realidades que van más allá de sí mismas, es decir, desvelan un plano anterior y superior a la simple curación física y material, aunque estén integradas en ellos.
En la primera lectura, vemos a Naamán, el rey sirio, que tiene que despojarse, humillarse, romper sus paradigmas para comprender, manifestar y profesar su fe en la palabra del profeta Eliseo. Fe en la palabra de Eliseo, pero ¡la fe es suya! Ledo engaño. La fe nos fue regalada desde el principio, y comienza a manifestarse en nosotros de una manera o forma natural, semejante a una semilla, que va creciendo, evolucionando, madurando. Tal como ocurrió con los diez leprosos, que cuando vieron a Jesús le suplicaron compasión. Jesús, sin hacer ningún tipo de distinción, les manda que se presenten ante el sacerdote para que este expidiera un justificante de que ellos estaban libres de la lepra y fueran readmitidos en la comunidad social y religiosa. De entre los diez curados, uno era samaritano. Y fue este quien se reconoció curado por la fuerza de la palabra de Jesús, acogida con la obediencia de la fe. Por sentirse tan inmerecido, volvió para agradecérselo. La gracia es gratis.
¡Levántate, vete; tu fe te ha salvado! (Lc 17,19). Obedientes a la fe en la persona y a las palabras de Jesús, podemos mirar el mundo que nos cerca, de una manera completamente nueva. El secreto es dar sentido a nuestras existencias utilizando el filtro de la fe sobrenatural, que atraviesa tiempo y espacio, que ha llegado por los méritos de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El kairós sigue dilatándose, manifestándose entre los meandros del chrónos, hasta la segunda y definitiva venida, día en que Dios sea todo en todos (1 Cor 15,28).