
Fray Jordán de Sajonia, un fraile predicador
La vida y predicación del beato Fray Jordán de Sajonia dejaron una huella profunda en la historia de la Orden de Predicadores. Por lo que, estamos frente a una figura emblemática, ya sea a nivel del gobierno de la Orden, como a nivel espiritual y humano. Gracias a su amor por la Orden fundada por santo Domingo de Guzmán y su amor a la predicación, poco después de la muerte de santo Domingo, fueron muchos quienes se unieron al estilo de vida de Domingo.
La memoria de Jordán de Sajonia nos recuerda que para predicar la Palabra de Dios, primero hay que amarla, de tal manera que si amamos lo que decimos, más coherente será lo que pretendamos decir a los demás. Por ejemplo, cuando amamos una cosa, siempre procuramos cuidarla, protegerla e incluso pensar siempre en ella. Pues, si amamos a Dios, consecuentemente hemos de amar su Palabra. Y esto nos lo enseña Jordán de Sajonia, porque gracias al contacto que tenía con la Palabra, el Señor le otorgó cierta prerrogativa y gracia especial, no solo para predicar, sino también para conversar ya que, por todas partes y con quienes se hallara, le venían en abundancia palabras llenas de fuego[1]. Esa gracia especial que le fue otorgada hizo posible que muchos se unieran al proyecto de santo Domingo, por eso siendo Jordán de Sajonia Maestro de la Orden, ésta verá un gran florecimiento a nivel vocacional, puesto que muchos universitarios se conmovieron por verle predicar con mucho ardor el evangelio. Lo que a nuestro juicio, nos hace pensar que el beato Jordán estaba completamente convencido de que es necesario predicar si queremos que la gente conozca a Jesucristo.
Un ejemplo de estudio al servicio de los demás.
Ciertamente no estamos en el siglo XIII, que es el tiempo en que le tocó vivir a Jordán, pero sí que nos puede aguzar su vida, porque vivió lo que predicaba, la pobreza y la vida en Dios. En este sentido, su memoria no hace más que indicarnos la importancia de «contemplar y dar a los demás lo contemplado». Además, la figura del Maestro Jordán, para la Orden de predicadores y, en particular, para los frailes dominicos, nos estimula a no estudiar para nosotros mismos, sino estudiar para los demás, para que así, por medio de nuestra contemplación y estudio y, posteriormente predicación, puedan llegar al conocimiento de la Verdad, esto es, Jesucristo, Hijo de Dios.
Ahora bien, según lo que hemos dicho anteriormente, la vida de Jordán muestra cómo Dios se sirve de cada uno de sus hijos para realizar obras grandes, dado que el testimonio de Jordán no trata de mostrarnos lo mejor que era, sino lo bueno que es seguir a Jesús al modo de Nuestro Padre santo Domingo. Este santo funda la Orden para predicar la buena noticia, con el fin de salvar almas, pues, de manera elocuente, Jordán de Sajonia dio continuidad a ése propósito. De tal manera que, de él se dice que arrebataba a los estudiantes y los subyugaba con él imán de su maravillosa simpatía y su palabra[2]. Evidentemente, podemos decir que Jordán de Sajonia tenía una idea clara de la Orden: primero predicar y segundo traer a la Orden hombres que estén dispuestos a vivir en comunidad y en pobreza.
[1] cf. Gómez García, V. T. Santo Domingo de Guzmán. Escritos de sus contemporáneos, EDIBESA, Madrid, 2011, pág. 721
[2] cf. Castañon, Delfin. Historia de la Orden de Predicadores, EDIBESA, Madrid, 1995, pág. 93.