Fray Luis de Granada
Fray Luis de Granada (1504-1588) es el típico ejemplo de sabio dominico que utiliza todo lo que sabe para predicar el Evangelio de un modo ameno y profundo. Sus obras y sus homilías están llenas de citas de las Escrituras, de los Padres de la Iglesia, de grandes santos, pero también de filosofía, astronomía, botánica, zoología, geología, etc. Echa mano de elementos tan cotidianos como las estrellas, las montañas, los perros o los mosquitos. Y si hubiese sabido de informática, fútbol o coches, también habría sabido predicar apoyándose en eso.
Como es bien sabido, fray Luis es uno de los principales literatos del siglo XVI. Sabe emplear la palabra para transmitir el mensaje de Dios. Leerle es un verdadero placer. No cansa. Todo lo contrario, nos atrapa con su bello y ágil estilo, y nos lleva de la mano hasta el mismo cielo. Fray Luis nos hace ver qué bueno es dominar el lenguaje. Cuánto bien se puede hacer con ello.
A nuestro hermano le tocó también desempeñar labores de gobierno. Fue prior de unos cuantos conventos, y prior provincial de la Provincia de Portugal. Así mismo, en el ámbito público, fue consejero de nobles y monarcas. Pero todo eso nunca se le subió a la cabeza. Él siempre tuvo muy presente su origen humilde. Sus padres eran emigrantes gallegos que se instalaron en la recién conquistada Granada. Su madre quedó viuda cuando él era pequeño y tuvo que mendigar para poder alimentarle. Menos mal que una buena persona, el Conde de Tendilla, le acogió como paje y le proporcionó una excelente educación.
Pero lo que más destaca de fray Luis es su profunda experiencia de Dios. Se lo cuenta por carta a su gran amigo fray Bartolomé de Carranza. Su estancia en el retirado convento cordobés de Escalaceli le marcó para toda la vida. Allí, leyendo, estudiando, meditando, paseándose por el campo y, sobre todo, orando, se convirtió en un gran místico. Cuando fray Luis habla de Dios, sabe bien de quien habla. Ha disfrutado interiormente de su ternura.
Supo plasmar por escrito la espiritualidad de la Iglesia recién reformada en Trento. Muchas de sus obras se convirtieron en poco tiempo en grandes bestsellers que se tradujeron a las principales lenguas de Europa y de las tierras recién descubiertas y que necesitaban ser evangelizadas. Con sus obras, fray Luis ayudó mucho a renovar la espiritualidad cristiana.
La naturaleza le habla de su Creador. Fray Luis disfruta contemplando la creación. Aun siendo un gran naturalista, prefiere observarla con ojos de teólogo… y de enamorado. Sabe ir más allá de lo que captan sus sentidos para contemplarla con el corazón. Por eso le gusta orar mientras huele, escucha, observa, saborea y acaricia un frondoso manzano. Muy a gusto pasea junto a su Amado por un verde prado lleno de flores. El canto de las aves le habla de la divina dulzura. Hasta las moscas le susurran al oído que no ha de temer nada, pues Dios está con él.
Todo el mundo le es un libro que le parece que hable siempre de Dios, y una carta mensajera que su amado le envía, y un largo proceso y testimonio de amor. (Fray Luis de Granada, Obras, VI/169).