Juan aspira a ser Fray Juan Taulero

Juan aspira a ser Fray Juan Taulero

 

Juan Taulero, futuro fray Juan Taulero, llamado el Doctor Iluminado, nació en Estrasburgo, Alemania, por el año 1300. Tuvo al menos una hermana, que en su juventud optó, como él, por la vida dominicana. Ella cuidó a fray Juan, ya agotado y en retiro, en sus días postreros. No consta que en la infancia y pubertad de Juan hubiera detalles llamativos. Pero debió haberlos, pues sus padres recibieron con júbilo su proyecto vocacional, a los 15 años, y su ingreso en el Convento y Estudio General de los dominicos. Tampoco consta en relato alguno,cuál fue la chispa que encendió en interior la llama vocacional. Pudo ser la imagen, cercanía, predicación, acción apostólica de los frailes, o también un amanecer cualquiera en el que se pregunto: ¿Quién soy y para qué estoy aquí?

Los perfiles de Juan hay que ir descubriéndolos a partir del joven Fray Juan que, incorporado a la Orden de Predicadores, va adquiriendo y administrando un caudal de vida y gracia, siempre dispuesto a dar y a recibir, según avanza en edad física, cultural y espiritual, en un itinerario histórico: comienza en Estrasburgo, se dirige a Colonia, se prolonga a París, vuelve a Estrasburgo, enfila hacia Basilea, acaricia Colonia, y concluye en Estrasburgo donde reposa para siempre. ¿Cuáles fueron esos perfiles?

vidriera espiral

Perfiles de su vocación religiosa, intelectual, evangélica y mística:

1. La vocación de Juan Taulero no fue flor de un día, sentimiento pasajero, leve aspiración a la paz interior, solución forzada a una crisis vital, sino más bien una trayectoria espiritual abierta a variados paisajes del alma dignos de contemplarse sin desistir nunca de un compromiso de fidelidad que estaba por encima de toda adversidad o debilidad.
Surgió y prosperó en la primera mitad del siglo XIV. Periodo histórico lamentable en que la Sociedad, la Iglesia y la Vida religiosa no podían presumir de pureza y evangelismo sino que sufrían –sin corregirlo- el azote de costumbres sumamente relajadas. Eran tiempos en que un joven, si era generoso y audaz, podía sentir la tentación de entrar en un monasterio para reformarlo evangélicamente, y, si era un vividor, podía tener la tentación de ingresar para hacer su vida con caprichos. Ocasión hubo en que fray Juan Taulero dijo haber pasado vergüenza de ser dominico, probablemente porque percibía en boca de la gente comentarios burlescos sobre algunos antitestimonios públicos.
Por fortuna y gracia, la vocación del joven Taulero forma parte de la minoría audaz que en el siglo XIV sentía hambre de verdad, honestidad y renovación espiritual. Por eso, tras instruirse en una casa de formación espiritualmente selecta y cursar la Teología y Biblia, maduró compartiendo pensamiento y vida con aquellos que se llamaban “amigos de Dios”, “hombres nobles”, “ascetas desarraigados de apetencias mundanas”, “cultivadores de la interioridad”.

2. No cabe olvidar el tiempo y sus circunstancias, siglo XIV, y la dificultad que ha supuesto, por ejemplo, dar de mano el estilo de unas comunidades o personas religiosas que olvidan sus votos y sumarse a los frailes y laicos que sienten hastío del mundo, sufrir la voz de denuncia contra clérigos que no son dignos de exponer la Palabra o administrar Sacramentos y templar los ánimos de mujeres y hombres que reclaman lecciones profundas de teología evangélica para participar en la misión.

 sentía hambre de verdad, honestidad y renovación espiritual

3. Fray Juan estrenó vida religiosa pasando jovialmente un año de prueba en que reflexionó sobre el testamento o herencia que dejó santo Domingo a sus hijos: vivir en caridad, amar la humildad, abrazar la pobreza y estudiar para servir a la misión apostólica. ¡Bello, limpio, evangélico, apostólico, místico lenguaje para fray Juan!
Luego cursó al menos diez años (entre los 17 y 27 de su edad) de Ciencias, Humanidades, Artes, Filosofía y, sobre todo, Escritura-Teología. Lo hizo todo en Estrasburgo, con mentores en los que quizá predominaba el pensamiento platónico- agustiniano sobre la aristotélico-tomista. Y en este largo ciclo fray Juan no aparece como un genio. Sin embargo, en opinión de los Maestros da la talla de notable alto y tiene ya un rasgo diferencial: su gran capacidad expositiva. ¡Pedagogo nato!

Al final de ese ciclo de estudios, fray Juan, persona ya muy madura, recibe el diploma de Lector, es ordenado sacerdote, y tiene ante sí la oportunidad de ejercitar sus dones en ensayos de trabajo académico y de predicación evangélica durante varios. ¡Y ahí es donde la lámpara se hace llama! Fray Juan, tipo humano joven y de buen ver, aunque su cuerpo no es de atleta sino relativamente frágil, sorprende con su elocuencia y resulta cautivador en su exposición de la Palabra; y algo muy importante, todo lo hace como muy hijo de la Iglesia, frente a tentaciones de herejía que pululan por doquier. Las alabanzas que recibe son tan subidas de tono que en su interior cosquillea la vanidad que se daba por muerta con la profesión y sacerdocio. ¡Sólo estaba adormecida!

4. Alguien, profesor o maestro de espíritus, o quizá Juan mismo, pensó que le convenía huir momentáneamente del ruido y hacer un remanso yendo al Estudio General de Colonia, para doctorarse en Teología. ¡Magnífico! Así tenía la oportunidad de sumergirse en la elevadísima doctrina teológica y espiritual del Maestro Eckhart. Dicho y hecho. Además de un doctor, de Colonia salió Taulero hacia Estrasburgo, rondando los 30-31 años, convertido en el mejor discípulo y defensor de Eckhart, con personalidad propia. Su llegada a Estrasburgo, con orla de doctor e ínfulas de gran predicador en el púlpito, reactivó el éxito anterior. Pero ya no todo fueron rosas. Su camino se salpicó de espinas, por ejemplo, en forma de crítica hiriente a su pensamiento que rezumaba ideas del Maestro Eckhart que estaba en entredicho.

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5. A partir de este periodo, entre los 32 y 39 años, la vocación y vida de Taulero, entra en un mundo de relaciones múltiples: de corte académico, con los alumnos; de profesor-formador, con respecto a decenas de comunidades femeninas que -por deseo explícito del Papa- debían ser adoctrinadas por frailes Predicadores; de maestro espiritual, para miembros y grupos del movimiento espiritual “Amigos de Dios” que buscaban directores de sus conciencia y maestros; de predicador dominical, para el pueblo de Dios que necesitaba y quería ser iluminado por la Palabra, máxime en tiempos de turbación y de relajación espiritual y moral. Pero nuevamente el Espíritu, por medio de circunstancias adversas, cortó la punta de sus alas al Predicador fray Juan Tablero, y en 1339 tuvo que emigrar con su comunidad –expulsada por Luis de Baviera de sus territorios hacia Basilea, Suiza, donde permanecerá, con el mismo programa y relaciones, hasta 1348.

Es en Basilea donde fray Juan trata íntimamente con dos máximos representantes de los “Amigos de Dios”, Enrique de Nördlingen y Margarita Ebner, dispuestos los tres a avanzar en el camino de la interioridad que conduce, por vivencia de fe y comunión de amor, a la unión Dios, despojándose de toda adherencia que la frene. ¡Gran cambio de perspectiva! Día a día, la teología mística de Taulero –que llega a nosotros exclusivamente a través de unos 80 Sermones que copiaron sus alumnos/as– busca vivir en Dios, en el Dios que hace morada en lo más profundo de nuestro ser y nos invita a renunciar al abismo de nuestra nada para diluirnos en su Abismo insondable de vida y amor. Esta actitud, que ya no es de estudiante de teología, ni de profesor en aula, ni de predicador elocuente, sino de hijo que sólo quiere vivir en Dios, y gozarlo en el silencio, es la que continuará en Estrasburgo hasta sus últimos días en 1361.


¿Qué dominico o aspirante a dominico no quisiera verse hoy reflejado en el espejo de de Fray Juan Taulero?