Enganchados a las redes
Teléfonos móviles, agendas digitales, tabletas, tarjetas inteligentes, entre otros, no son ajenos a nosotros; al contrario, son parte de los dispositivos móviles que utilizamos en nuestro día a día. Para muchas personas estamos viviendo una «Segunda Revolución Industrial»: con ello hacen refieren a la rapidez y profundidad del cambio que viene sufriendo, desde hace un tiempo, nuestra sociedad.
Frente a nuestras narices y detrás de nuestros dispositivos móviles, se desata una batalla entre las diferentes redes sociales, no solo por llamar nuestra atención, sino por mantenernos encapsulados o inmersos en ellas. La publicidad o marketing digital es una de las motivaciones principales por las que compiten las redes, para publicitar y hacer que consumamos ofertas de diversos productos y empresas. Bajo el truco de «contrata premium para no recibir anuncios» terminamos consumiendo tanta publicidad como ellos quieren.
«Mi teléfono está conmigo todo el tiempo, para distraerme, entretenerme y para el trabajo; contiene mis correos electrónicos, mis mensajes de texto, internet e innumerables aplicaciones que son muy importantes para mí» (Mayim Bialik, de la serie The Big Bang Theory). De esta menara se evidencia cuán importante e indispensable se ha vuelto un móvil actualmente para nosotros. Se dice que miramos nuestro móvil unas ochenta veces al día, pero ¿somos conscientes de ello?
Creo que no siempre somos conscientes de que gran parte de nuestro tiempo nuestra mente parece estar en otro lado, incluso cuando pasamos el rato con personas cercanas a nosotros. Estamos bajo la tentación de esta realidad virtual, del mundo detrás de la pantalla, olvidando, muchas veces, al que tenemos enfrente. Basta con que se escuche el sonido de notificación para que un momento o una conversación amena se vea opacada por nuestra intranquilidad. «Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante» (El principito): esta frase quizá nos recuerde lo mucho que apreciamos a nuestros amigos, familiares y seres queridos, con los que cada vez invertimos menos de ese valioso tiempo de nuestras vidas, entregándolo, en cambio, a nuestro paralelo mundo virtual.
Es evidente el hecho de que estamos olvidamos la alteridad como dimensión intrínseca a nuestra naturaleza humana, como parte del desarrollo constitutivo que tenemos en relación con los demás. A partir de los libros bíblicos sapienciales, vemos que el sabio cuestiona su libertad, dándose cuenta de que es más libre después de haber descubierto su misión en el mundo y haber evaluado si ha sido fiel y coherente con ella.
Así pues, con las nuevas tecnologías nos enfrentamos no solo a un desafío externo, sino también a un problema que influye en partes esenciales de nuestra vida, como la libertad, la responsabilidad o la alteridad. Tendremos que seguir analizando cómo nos posicionamos como seres conscientes de nosotros mismos en nuestra relación con los demás, que, más que entes o individuos, son hermanos, amigos; en definitiva, somos familia.