Experiencia con Jesús al modo de Santo Domingo

Experiencia con Jesús al modo de Santo Domingo

Fr. Agapito Nguema Engono Avomo
Fr. Agapito Nguema Engono Avomo
Real Convento de Predicadores, Valencia

Doy gracias a Dios Padre por llamarme a formar parte de esta gran familia cristiana como lo es la Familia Dominicana.

Pie de la CruzMi experiencia vocacional con la Orden de Predicadores comienza con el encuentro con Jesús, es decir, con aquel que se hizo compañero de la humanidad. Pablo en la Carta a los Filipenses, dice «Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos» (Flp 2, 6-7). Estas palabras del Apóstol me conmueven tanto que, al leerlas y escucharlas, me hacen sentir parte del ministerio de Jesús, un ministerio que exige entrega a los hermanos, estudio y sacrificio.   

En el seminario menor, profundicé mi conocimiento sobre Jesús.

Antes de conocer la Orden de Predicadores, yo había estado en el seminario menor de los claretianos en Malabo. En ese primer encuentro profundicé mi conocimiento sobre Jesús de Nazaret. Al salir del seminario, decidí quedarme un tiempo en casa para reflexionar y estudiar en la universidad. Pero antes de esto, había conocido a un dominico que había sido mi profesor en el Colegio Claret de Malabo: fray Roberto Okón Pocó. No es de extrañar que fray Roberto fuera admirado por sus alumnos porque nos motivaba a estudiar. La primera vez que me hablaron de santo Domingo y su Orden fue en un 29 de abril de 2019, en la fiesta de santa Catalina de Siena. Fray Roberto nos animó a leer la historia de la santa de Siena. Me gustó su historia, sobre todo aquello que trataba sobre sus encuentros con Cristo. Ciertamente me llevé una buena impresión de su vida. En ese momento, empecé a sentir atracción por el carisma de la Orden de Predicadores, es decir, descubrí cómo santo Domingo había fundado la Orden y en qué circunstancias.

Con los dominicos, me sentí «en casa».

Los dominicos de la comunidad de san Martin de Porres en Malabo me acogieron como una madre que toma a su hijo en brazos por primera vez después de dar a luz. Me sentí «en casa» por la cercanía y compañía de los frailes. Las primeras lecciones de formación dominicana en Malabo con fray Salvador Nguema Nguema Nchama me permitieron enamorarme de los distintos aspectos que engloba el carisma de la Orden: la predicación, la vida comunitaria, la contemplación y el estudio. Poco a poco, fui conociendo más sobre la figura de santo Domingo, la historia de la Orden, sus santos y sus personalidades.

Encuentro con JesúsHoy, como novicio dominico, he seguido creciendo como seguidor de Cristo y he ido desarrollando mi vocación dominicana. Este seguimiento de Cristo al modo de santo Domingo me ayuda a saber estar y hacer desde el compartir con los hermanos día a día en la comunidad. «La gratitud es la memoria del corazón». Por eso, doy gracias a Dios Padre por llamarme a formar parte de esta gran familia cristiana como lo es la Familia Dominicana. Por eso agradezco a la comunidad que me ayuda a saber seguir a Jesús y a Domingo. Esto nos lo aclara fray Felicísimo Martínez Diez cuando dice que la comunidad de los frailes dominicos es una «escuela de caridad» donde sus miembros van acompañándose mutuamente. Mi propósito como de fraile dominico es ser predicador del Evangelio de Cristo al estilo de Nuestro Padre santo Domingo. Así, mi vida, mis palabras y mis acciones podrán llevar a los demás a Cristo.

       Me gustaría terminar con las palabras de nuestro hermano, el maestro Eckhart: «La gracia es de Dios, y obra en lo profundo del alma cuyas facultades emplea. Es una luz que sale para hacer servicio bajo la guía del Espíritu.»