La comunidad del Pouet de S. Vicent
La Casa Natalicia de San Vicente Ferrer lleva ya seiscientos sesenta y cinco años de la historia de Valencia puesto que en ella nació en 1350 este Santo valenciano, el hijo más ilustre de la ciudad, que encarnó plenamente el ideal dominicano de la predicación en su modalidad totalmente itinerante al menos los veinte últimos años de su vida, llegando a ser uno de los predicadores de más renombre en la Europa de su tiempo, y alcanzando un enorme grado de devoción en todo el mundo cristiano después de su muerte en 1419 y de su canonización en 1455, siendo un dominico de fama universal.
Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que la casa en la que nació -conocida popularmente como “el Pouet de S. Vicent” (el Pocito de S. Vicente), según denominación entrañable por el pozo que surtía de agua a la casa y que todavía se conserva- sea un lugar emblemático para Valencia e incluso para todo el Antiguo Reino, permanentemente visitado por devotos, grupos de peregrinos de la más diversa índole de edades y procedencia que siguen venerando la figura del Santo y encomendándose a su intercesión. Vienen en una buena medida, en busca del agua del “Pouet”, con una fe digna de encomio que ha sido recompensada por la intercesión del “Pare Vicent” con el favor alcanzado de innumerables gracias; agua que ha traspasado fronteras y continentes por los relatos de los bienes recibidos por medio de ella.
Si repasamos brevemente la historia lo primero que encontramos es la cercanía de vecindad de la citada Casa Natalicia del Santo con el Real Convento de Predicadores de Valencia, erigido en tiempos de Jaime I el Conquistador en unos terrenos que donó el Rey a la naciente Orden de Santo Domingo a la orilla de rio Turia, convento que hoy alberga la sede de la Capitanía General, sita en la Plaza de Tetuán. Sin duda, el frecuente contacto del joven Vicente con los frailes influyó en su vocación dominicana, pues en dicho convento vistió el hábito a los 17 años.
El paso del tiempo trajo consigo el que la familia de S. Vicente, a pesar de ser muy numerosa, dejara la casa, a finales del siglo XIV, pasando al Hospital de Menaguera, para ser comprada posteriormente por el vecino Convento de Predicadores, quienes a su vez la vendieron en 1498 al Gremio de Boneteros de la ciudad puesto que honraban a S. Vicente como su Patrono, el cual construyó en la casa un Oratorio para la veneración del santo en Valencia, precisamente en el lugar en que había nacido. Así las cosas, en el año 1573 el edificio pasa a manos del Ayuntamiento de Valencia, cuya propiedad conserva en nuestros días; concediendo el Ayuntamiento que se hiciera cargo del culto un Presbítero diocesano con el título de “Capellán de la Casa natalicia”. Si seguimos las vicisitudes de la historia, en el año 1912 se restaura la Provincia dominicana de Aragón y vueltos a Valencia los Dominicos, firman con el Ayuntamiento en 1915 un convenio en el que se acuerda que el Consistorio Municipal les cede la casa a cambio de que ellos se preocupen de mantener y fomentar el culto al hijo más eximio de Valencia. Situación que se mantiene hasta el día de hoy y de cuyo cometido se encarga la comunidad de dominicos que allí reside.
Y con esto llegamos a la explicación del quehacer actual de la Comunidad que regenta este santuario dominicano, pequeño en cuanto a sus dimensiones, pero de una enorme importancia en la devoción y el culto vicentino. Eso explica que, una de las tareas principales de la Comunidad es mantener la relación de la Orden con la Junta Central Vicentina, centralizar en la Casa y hacer converger a ella todas las asociaciones Vicentinas de la Ciudad, como pueden ser los Altares, (antiquísimas asociaciones de barrios que celebran la fiesta en distintos lugares de Valencia y mantienen viva la devoción al Santo), la Asociación de Damas Vicentinas, “ El Capítul d’els Cavallers Jurats de S. Vicent” (Capítulo de Setenta Caballeros (uno por cada año de la Vida de S. Vicente), que tiene como finalidad la promoción del culto y la figura del Santo en todos los órdenes desde la religiosidad popular hasta el patrocinio de la investigación científica del más alto nivel. La “Cofraría dels cavallers de la cela del Sant Vicent”, compuesta por nobles caballeros que velan sobre todo por el cuidado de la Celda conventual en que residió S. Vicente, así como toda la corriente de religiosidad popular creada en torno al Santo. Pues bien, el cometido de los frailes residentes en esta Casa Natalicia es el coordinar todas estas asociaciones entre sí y con el Ayuntamiento a la hora de promover una acción común en todos los órdenes tanto religioso como cultural, manteniendo y promoviendo una Biblioteca Vicentina con el fin de que este santo valenciano sea cada vez más conocido y valorado. Tampoco es ajena a la actividad de la casa la colaboración con otras asociaciones y organismos valencianos de tipo cultural dedicados a la exaltación de los valores de esta tierra, encarnados en este valenciano de talla universal.
La casa también mantiene una proyección en el campo de la asistencia social, puesto que aquí son acogidos seis grupos de Doce Pasos, entre ellos dos de lengua inglesa; así como dos grupos juveniles que se reúnen semanalmente bajo la dirección de frailes dominicos. Si a todo esto añadimos la atención cotidiana, desde la OADE, (Oficina de atención al devoto) a tantos visitantes y peregrinos que llegan desde los lugares más insospechados, junto con la permanente presencia de la Orden, en un lugar tan eminentemente dominicano, tendremos bosquejada la actividad y la razón de ser de esta comunidad radicada en la Casa Natalicia, en la que tienen lugar las celebraciones litúrgicas ordinarias, a las que hay que añadir la promoción de grupos del Rosario, bautizos, primeras comuniones e incluso bodas, de fieles que desean celebrar estos sacramentos a los pies del Patrono de toda la Comunidad Valenciana. Con todo, en este momento tenemos puesta nuestra atención en el año 2019, año del centenario de la muerte del Santo, a cuyo fin ya se está gestionando cerca de las autoridades pertinentes el que dicho año sea declarado Año Vicentino con el propósito de que tenga la resonancia que merece y que se le ha dado en centenarios anteriores. En este sentido, un primer paso ha sido el emprender la restauración de la cripta, donde se encuentra el brocal del pozo, propiamente dicho, con el fin de convertirla en lugar de oración y recogimiento en el que visitante podrá venerar una reliquia del Santo.
Quizá un resumen de toda la actividad de esta Casa se encuentre en hacer realidad cada vez más la leyenda que campea en el sello oficial de la misma “Domus Nataliciae S. Vincentii, Ordinis Praedicatorum ac Valentiae Decus”. Honrar a S. Vicente es nuestro objetivo.