Testimonio Vocacional del Novicio Fr. Ronald Fajardo
Mi nombre es Ronald Anibal Fajardo Torres, tengo 31 años, nací en la Ciudad de Guatemala, soy el mayor de 4 hermanos y desde niño fui formándome en el seno de una familia católica practicante, donde aprendí lo básico de la instrucción humana y religiosa, especialmente una profunda devoción a Nuestra Señora del Rosario.
Viví mi infancia y juventud como cualquier otro muchacho; estudiaba, tenía amigos, me gustaba bailar, también ir al cine, particularmente me atraía leer y aprender nuevos idiomas. Con el paso del tiempo, ingresé a la universidad, donde obtuve el grado de abogado y notario por la Universidad de San Carlos de Guatemala y ejercí durante algún tiempo esta profesión. Sin embargo, la inquietud vocacional tocaba constantemente a la puerta y no es que estuviera insatisfecho con lo que estaba haciendo, pues en ese momento sentía que todo marchaba bastante bien, pero aunque me encontraba feliz, podía experimentar en mi corazón que Dios me pedía hacer algo diferente con mi vida.
En este sentido, había conocido a la Orden de los Dominicos en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario, lugar en el que fui bautizado y donde me vi relacionado casi toda mi vida con ellos por tareas pastorales, pero no había profundizado nunca en la Vocación Dominicana. Entré en contacto con la Fraternidad Laical Santo Domingo de Guzmán, en la cual hice promesas como laico dominico. Allí pude aprender mucho más sobre la propuesta apostólica hecha por Nuestro Padre fundador, Santo Domingo de Guzmán.
Luego de haber tenido contacto directo con el carisma, pude conocer más sobre el modo de vida de los frailes. Fue entonces que me enamoré de la forma tan humana y sensible pero al mismo espiritual, en que los Dominicos hacen presente a Cristo en el mundo. La oración, el estudio, la vida en comunidad y la predicación realizan una configuración de la persona y le permiten tener una sensibilidad con la humanidad doliente, para brindarle una respuesta evangélica, compasiva y misericordiosa, conforme los signos de los tiempos.
Sentí que Dios me llamaba a consagrarme totalmente al anuncio de la Buena Nueva, a la luz de este bendito carisma y que ya no podía seguir esperando para dar el “sí” a la vocación que me estaba realizando. Experimenté el deseo de dedicarme a conocer cada vez más a Dios y su Reino, por medio del estudio de la ciencia Divina y las ciencias humanas, para luego poder compartir la alegría y esperanza del Evangelio en medio de un mundo que cada vez más, está deshumanizándose, perdiendo el sentido del valor de la vida y la dignidad de la persona.
De esta manera, luego del proceso de discernimiento vocacional, en enero del año 2015 ingresé al Prenoviciado de la Provincia San Vicente Ferrer en Centroamérica, que se lleva a cabo en Costa Rica. Allí, durante el espacio de tres años, pude iniciarme en la asimilación gradual de las formas propias del estilo de vida de los frailes, tales como vivir en una comunidad de hermanos, la predicación por medio de la pastoral, la oración, así como también estudiar la filosofía, tan necesaria hoy para poder dar una respuesta al mundo actual, mediante la comunión entre la fe y la ciencia.
En el prenoviciado aprendemos a ser hermanos mediante la convivencia fraterna y la aceptación de la riqueza que cada uno poseemos. Nos abrimos a la acción de Dios, que va transformando nuestras vidas para irnos preparando para la tarea de la predicación.
Luego de finalizar el prenoviciado, fui aceptado a iniciar el noviciado, el que me encuentro viviendo actualmente en Sevilla, España. Este está siendo un tiempo privilegiado de Gracia en mi vida, en el que estoy interiorizando en mi relación con Dios mediante una oración intensa, la escucha y reflexión de su Palabra y la vivencia de los sacramentos. Para nosotros como Dominicos, es fundamental cultivar una intima unión con Dios, pues solamente en Él podemos contemplar a la Verdad y el Amor supremos, manifestados en Jesucristo, que nos hace sentirnos amados por Él, pero también necesitados de anunciar esa Verdad y ese Amor a aquellos que aún no le han conocido.
En este año del noviciado, para poder seguirme configurando como fraile dominico, estoy en un continuo aprendizaje de todos los elementos propios de la Orden de Predicadores, la vida de nuestro Padre fundador Santo Domingo de Guzmán y la de los Santos que han anunciado a Cristo siguiendo las huellas de Domingo. Así mismo me preparo, para Dios mediante, al finalizar este tiempo del noviciado, pueda realizar la profesión que me permita unirme a esta Orden Religiosa.
Finalmente, como parte de mi estancia en este país, agradezco la oportunidad que estoy teniendo de poder asimilar mucho sobre la riqueza religiosa, cultural y social que posee España, lo que me está permitiendo ampliar el horizonte de la predicación, así como también mi propia dimensión personal.
Doy gracias a Dios por el Don de mi vocación y por haberme llamado a formar parte de esta familia Dominicana, en la que puedo afirmar que soy feliz y en la que quiero seguirme entregando para anunciar a las personas, que el Reino de Dios y su Justicia se encuentran en medio de nosotros como una pequeña semilla que está brotando y que espera que cada uno de nosotros, le dejemos florecer en nuestras vidas.