Desgranar el Rosario
La historia de la fiesta de nuestra Señora del Rosario está relacionada con la victoria que la liga santa tuvo sobre los musulmanes, en la batalla de Lepanto en 1571. El papa san Pío V, que era dominico, invocó la especial intercesión de María en la batalla, mediante el rezo del santo rosario. Podemos pensar que era una tradición del pueblo cristiano, en aquellos días, invocar la especial ayuda de María con el rezo del rosario. También podemos pensar en que los dominicos fueron los principales promotores de dicha devoción, al tener en sus orígenes la leyenda de la institución del rosario, por una especial aparición de la Virgen María a santo Domingo.
Elementos como, la ayuda maternal de María, la especial confianza en María ante la adversidad y la pura y fiel fe del pueblo cristiano, nos dan los parámetros para elaborar una perspectiva adecuada para comprender. Comprender que ante un hecho bélico, se invocase la especial protección de María. Comprender que el Cielo está presente hasta en los hechos más diminutos de la historia humana.
¿Quien dudará que el rosario es un elemento esencial de la piedad del pueblo cristiano? Podemos imaginar cuantas almas, a lo largo de la historia, se han encomendado a la intercesión de María. Buscando algo de consuelo, protección, paz, etc. en los azarosos avatares del día a día. Un hecho curioso del rosario es el increible éxito que ha tenido a lo largo de los siglos. El rosario, no es la única devoción del pueblo cristiano. Si hacemos un rápido repaso por la historia de la piedad popular, podemos comprobar muchas y diferentes devociones: primeros viernes, escapularios, siete domingos, tres avemarías, coronillas, etc. Sin embargo, el rosario se alza como la devoción reina en el pueblo cristiano. Todo cristiano que haya ido a algún santuario o lugar santo, seguro habrá podido contemplar la proliferación de rosarios, tanto en su venta, como en su rezo, e incluso se habrá iniciado en un rezo en tal lugar. ¿Por qué? ¿Por qué es el rosario tan popular?
A mi entender la respuesta es sencilla, pero tiene dos niveles de comprensión. El primero, es que a nivel humano, es una oración sencilla. Padrenuestros, avemarías, glorias y letanías. Sólo se requiere memoria y tiempo. Eso lo tenemos todos. Por lo que rezarlo, es sencillo. Sin embargo, el segundo nivel ya no es tan sencillo. Y es el nivel, que podríamos llamar divino, es decir, el nivel espiritual. Por este medio, estamos poniendo el centro de nuestra persona, el centro de nuestro ser a disposición de la meditación, contemplación e incluso a la acción divina. Cierto que siempre se ha llamado el rosario como la devoción mariana por excelencia. Pero si lo analizamos detenidamente, hay dos protagonistas en el rosario: María, pero sobre todo, Jesús. Es así que, mediante el rezo del rosario, nos estamos poniendo en camino hacia María, hacia Jesús. Hacia que su recuerdo y su ejemplo transformen nuestra vida. Pero, aún yendo más al fondo. No sólo es recuerdo y ejemplo, es que mediante la oración del rosario, Jesús viene a nuestra vida y la transforma actuando en ella.
Sin darnos cuenta, no es el rosario una oración mariana, en el sentido de que está centrada sólo y exclusivamente para mayor honra y gloria de la santísima Virgen María. No. Es una oración mariana porque adoptamos la postura de María: “que guardaba y meditaba todas estas cosas en su corazón” (Lc, 2, 19). Ahí está la actitud mariana por excelencia. Esa disposición interior a dejarnos transformar, no sólo por el recuerdo, sino sobre todo, por la mano y palabras de Jesús. Guardar y meditar es la acción de la Madre. Guardar y meditar es la acción de todo cristiano que siente las palabras y acciones de Jesús como un tesoro precioso. A esta despensa de nuestro corazón, solemos recurrir para deleitarnos en los momentos de soledad. Así es el rosario. Es el momento para, recogiéndonos del mundo exterior, volvernos a la habitación secreta de nuestro corazón y seguir el ejemplo de María. Ella fue la primera, como madre del Redentor, en deleitarse en las obras de su Hijo. Ella fue la primera en acudir a su corazón para recordar y desgranar las palabras y acciones de su Hijo.
Cuando desgranamos las cuentas del rosario, hacemos en el plano material, lo que el espíritu hace en el plano espiritual. Vamos pasando y repasando las maravillas de la vida del Redentor, para repetir, o al menos intentar, aquel nivel de entrega de su Madre. Recomendar el rezo del santo rosario es, por lo tanto, recomendar el ejemplo de María, y recomendar la propia vida de Jesús. Es recomendar seguir al Maestro, es recomendar guardar y meditar todas estas cosas en el corazón.