La Itinerancia Dominicana
Uno de los rasgos apostólicos que Domingo Guzmán asumió para su Orden es el de la Itinerancia. Con ella quiso romper los límites que las instituciones eclesiales de su época habían trazado. La predicación del evangelio estaba reservada sólo para los obispos. Eran pocos los autorizados a predicar y hablar de Dios.
Domingo, en una situación de crisis de valores, de fe, comprendió la necesidad que el ser humano tenía: escuchar alguna verdad sobre Dios, lejos de cualquier concepto teñido de la superstición, la magia, o la concepción de una pobreza evangélica impuesta social o culturalmente, que implicara la globalización de la misma.
La Itinerancia suponía en su proyecto un medio eficaz para la predicación. Implicaba libertad de movilidad, libertad de expresión superando barreras geográficas, y una libertad de espíritu para que el corazón de la fe no estuviera anclado en un solo lugar.
¿Qué símil podemos encontrar en nuestros días que nos ayude a comprender esta visión de la Itinerancia?
Podemos acudir a la era de la comunicación. En la era de Internet, de las redes sociales, se utiliza el mismo concepto de Itinerancia. ¡Vaya sorpresa! Una palabra que caracterizó a nuestra Orden de Predicadores desde sus orígenes está siendo utilizada en los tiempos actuales.
La Itinerancia (en inglés: roaming) es un concepto utilizado en comunicaciones inalámbricas que está relacionado con la capacidad de un dispositivo para moverse de una zona de cobertura a otra. Roaming es una palabra del idioma inglés que significa vagar o rondar. El término más adecuado en castellano es "Itinerancia".
Domingo superó el miedo al desarraigo, porque su corazón estaba adherido a Cristo.
Cuando este concepto es utilizado en las redes Wi-Fi, significa que el dispositivo Wi-Fi cliente puede desplazarse e ir registrándose en diferentes bases o puntos de acceso. En telefonía móvil, la itinerancia (el roaming) es la capacidad de hacer y recibir llamadas en redes móviles fuera del área de servicio local de su compañía; es decir, dentro de la zona de servicio de otra empresa del mismo país, o bien durante una estancia en otro país diferente, con la red de una empresa extranjera.
En Domingo, ese vagar o rondar, para encontrar una conexión y poderse comunicar, habría que matizarlo. No es vagar o rondar desesperadamente buscando cómo comunicarse. Sino que, siendo conocedor de un mensaje importante que compartir para la felicidad de muchos, realizó una forma nueva superando los límites de la comunicación sobre la Buena Noticia de Jesucristo con la Itinerancia, buscando conectar verdades de fe. Comprendió que el mundo creado por Dios podía ser un templo abierto, y cada pueblo o región podía ser un púlpito. Su preocupación no era corregir las verdades de fe, sino enseñar, exponer y predicar la verdad que comprendía de Dios.
De la Itinerancia geográfica, se derivó la capacidad de conocer diferentes culturas y formas de pensamiento que, más que limitar o desvirtuar la predicación de Jesucristo, la enriquecía, haciendo suya esa forma paulina y sutil que fijaba su mirada en el Dios desconocido, no en el Dios extranjero, en medio de tantas deidades en el ágora de los griegos. La Itinerancia le hizo vencer el miedo a creer que su fe o su pensamiento sobre el Dios de Jesucristo pudieran vacilar o desvirtuarse. Cuando uno asume la Itinerancia, es consciente, que sólo hay algo auténtico para presentarse ante los demás y ofrecer: lo que uno es y lo que uno cree. El amor de fe y la fe en el amor.
Domingo superó el miedo al desarraigo, porque su corazón estaba adherido a la verdad que el Dios de Jesucristo le aparecía en su interior como una convicción. Y cuando un hombre ama lo que elije con libertad, entonces su convicción y su fe se convierten en una brújula segura para orientar cada paso. Superó el miedo a la soledad, porque en su vida la soledad era positiva, se sabía acompañado: su Dios era un “Dios con nosotros”.