Actitud cristiana ante las adversidades
Domingo 29º del Tiempo Ordinario
El estado de ánimo con el que se afronta la vida, en parte, define cómo es una persona. Se suelen usar los vocablos positivo y negativo para valorar la actitud de las personas ante diversas situaciones de crisis. ¿Qué actitud debe tomar el cristiano para hacer frente a aquellas situaciones de crisis en la vida? O ¿Cómo reaccionar ante momentos de dificultad? San Pablo dice: “estad alegres siempre en el Señor os lo repito, estad alegres…” (Flp. 4,4), el apóstol exhorta a vivir la alegría de un Dios con nosotros que nos ha hecho hijos por el bautismo, participes de su Gracia.
Respecto a la actitud de estar alegre dice Santo Tomás que: “La alegría es el primer efecto del amor y por tanto de la entrega.” II-II, 28, 4.
Se podría decir que hay tantas clases de alegría como clases de amor; la alegría de quien ama una buena comida es bien distinta de la que goza quién acaba de enamorarse. Así pues, la alegría de amar a Dios no puede compararse con ninguna otra cosa.
El cristiano con una actitud alegre tiene como esencia de su vida el amor a Dios que a su vez lleva consigo el amar al prójimo. La alegría cristiana es de naturaleza especial, pues es capaz de subsistir en medio de todas las pruebas y hace mucho bien a su alrededor, pues esa alegría lleva a Dios.
La actitud positiva o negativa marca la diferencia en la dimensión del comportamiento humano e influye decisivamente en la vida del cristiano.
Jesús nos invita a vivir una vida abierta y dispuesta a escuchar y transmitir el mensaje de que el reino Dios se construye estando alegres, unidos en la caridad, en el amor y la fraternidad. Las actitudes morales no son sólo palabras para el conocimiento, sería bueno llevarlas a la práctica.
El mensaje de Jesús es una opción y forma de vida para el hombre que quiere seguirle sin apartar a los que no comparten su modo de pensar, al contrario, el Maestro a los que se presentaban como adversarios les respetaba y con mansedumbre y claridad les hacia reconocer su error.
Hay muchas razones cristianas que hacen posible una actitud positiva en la vida, una de ellas fundamental es la alegría de que Cristo ha resucitado. Ésta es la gran propuesta cristiana, vivir alegres, es decir, poner vida donde otros poner muerte. Poner optimismo donde hay pesimismo.
Es fácil caer en la tentación del negativismo y del desánimo, pero es la vida de fe, la que debe impedir que sucumbamos a esta tentación para elevar nuestra mirada. La fe es una vivencia esencialmente positiva, y el cristiano que sólo muestra una actitud negativa vive en contradicción, aunque no sea consciente de ello.
“No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien” (Rom 12, 21). Este es el principio de la actitud positiva hacia el prójimo y que debe inspirar nuestra caridad, la principal virtud del cristiano. Superar la actitud negativa, no es, ciertamente, una tarea fácil, porque supone un continuo y diario esfuerzo de superación personal, el que lucha no queda vencido, sino el que deja de luchar. No podemos evitar tener actitudes negativas a lo largo de nuestra vida, porque somos seres humanos propensos a caer en el error, lo importante es que desde nuestra fe sepamos observar y superar esas actitudes que no nos benefician en nada. Es la bondad que surge del amor, la actitud positiva por excelencia. ¿Con cual de las dos nos identificamos y quedamos?
Dice la madre Teresa de Calcuta: “La alegría es una red de amor con la que se pueden capturar muchas almas.”.