Acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino
Domingo XXXIV del T.O.
Este Domingo, comúnmente conocido como Solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, la liturgia nos propone tres lecturas (2S 5, 1-3; Col 1, 12-20; Lc 23, 35-43) cuyo mensaje central es que Jesús es el Cristo. El segundo libro de Samuel 5, 1-3 resalta el cumplimiento de la promesa de Dios hecho a su pueblo con la unción a David como rey de Israel. San Pablo en Colosenses 1, 12-20, canta las maravillas de Dios realizadas en Jesús. Pues él es la imagen visible del Dios invisible; es en quien Dios se ha reconciliado con toda la humanidad, con su creación. Dicha reconciliación en Lucas 23, 35-43 se nos presenta como la salvación definitiva de Dios en la persona de Jesús.
El evangelio de este domingo marca una nueva etapa en la celebración litúrgica. Pues, entraremos a partir de este domingo en uno de los tiempos fuertes de la vida de la iglesia: el Adviento. Por eso hay un salto en las lecturas dominicales ordinarias. Esta secuencia narrativa se encuentra en el relato de la pasión de Jesús. Y Lucas lo elabora elocuentemente con maestría. La salvación proclamada por Jesús durante su largo camino hacia Jerusalén no culmina en la cruz (cf. Lc 9, 51-19, 27); ni siquiera en las burlas y desafíos que recibe Jesús de parte de los soldados romanos, de los sacerdotes y del pueblo que lo desprecian. Lucas quiere poner de manifiesto que hay dos concepciones distintas que subsistían en la mentalidad de los verdugos de Jesús. Los romanos lo crucifican porque creían que Jesús era rey de los judíos; mientras que los sacerdotes lo condenan porque no aceptaban que fuera el Cristo. La pugna entre ambas concepciones, política y religiosa, conducirá a Jesús a la cruz. Eso se refleja mejor en el diálogo que introduce Lucas entre Jesús y los dos ladrones, sus compañeros en el Calvario. El primero reprocha a Jesús como el Cristo, sin embargo, el segundo lo reconoce como “Rey”: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino”.
El título de Rey en Lucas corresponde al mismo significado de Mesías. Y Lucas lo menciona sólo en el relato de la Pasión, para significar que Jesús, el profeta de Galilea, es el portador de una nueva salvación a la humanidad. Jesús nos trae la salvación escatológica como actuación de Dios en la Historia de la Humanidad, aunque vaya marcada por el sufrimiento. No podemos entender a Jesús si olvidamos su sufrimiento.
La historia de Jesús, en cuanto acontecimiento salvífico, es un desafío para los cristianos de hoy. Es un desafío de compromiso existencial y social. Es en la historia de Jesús donde Dios se manifiesta en la historia humana; una historia no sólo de sufrimiento sino, sobre todo, de amor y fraternidad. Por eso Lucas insiste en el “hoy” como tiempo de salvación. Este “hoy” alude a la toma de decisión en el tiempo presente; hay que tomar decisión en la vida, en nombre de la escatología, para la liberación de la humanidad. Esta insistencia de Lucas en el “hoy” comienza con la acogida del mensaje de Jesús: el Reino de Dios. Pero no puede haber una acogida sin una escucha, ya que Jesús es la salvación de Dios para los hombres que lo escuchan y lo acogen. De hecho las primeras comunidades cristianas experienciaron en él este Rey o Mesías que nos trae la salvación de parte de Dios. Y la cumple: “te lo aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Es decir, la salvación se realiza en el hoy; el hoy de la salvación es el compromiso de cada día.