"Alégrate" - Cuarto domingo de Adviento

Fr. Dailos José Melo González
Fr. Dailos José Melo González
Real Convento de Ntra. Sra. de Candelaria, Tenerife
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Con este cuarto domingo se culmina el tiempo litúrgico de Adviento, tiempo de preparación que dará paso a la Navidad. A estas alturas del Adviento sería bueno que nos paremos a reflexionar y nos hagamos algunas preguntas: ¿Cómo he vivido este tiempo de preparación para la Navidad? ¿Me he ido preparando para recibir al Señor? ¿He aprovechado este tiempo para orar con más intensidad? ¿Puedo decir que durante este tiempo he cambiado en algo? ¿Mi fe ha aumentado? Si la respuesta es negativa, ¡no te desanimes! porque aún tienes tiempo de hacerle sitio al Señor para que nazca esta navidad en tu corazón. El Señor sigue esperándote para hacerlo, y llenar tu vida de amor y felicidad. Y te podrás preguntar: ¿Y cómo prepararse para la venida del Señor? ¿Qué tenemos que hacer? Pues la respuesta a estas preguntas es que tenemos que sentir hambre, necesidad, de Jesús. Por esta razón el Adviento empieza por despertarnos para que seamos conscientes de eso.

En el evangelio de este cuarto domingo de adviento, San Lucas nos narra el anuncio del nacimiento de Jesús a María. Es significativo que la primera palabra que el ángel Gabriel dice a María es “alégrate”. “Alégrate” porque “el Señor está contigo”. En estos tiempos tan difíciles para los cristianos del mundo entero, con tantos problemas y dificultades, se nos pide esta alegría. Alegría profunda y desbordante porque el Señor está con nosotros. No estamos solos ante los problemas que tenemos entre manos. Estamos en las manos de Dios, y eso debe de llenarnos de un verdadero gozo interior y exterior. El Señor nos sostiene y nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida.

El ángel le dijo a María al perturbarse ante tal saludo: “no temas porque has encontrado gracia ante Dios”. Muchos miedos nos pueden perturbar en nuestra vida. Nos dan miedo muchas cosas. Tenemos miedo a las enfermedades, a la muerte, al futuro; y esto nos hace daño, nos paraliza, nos impide caminar. Necesitamos tener más confianza en Dios y dejarnos sostener por Él para que no tengamos por qué temer. Tenemos que liberarnos de tantos miedos y convertirlos en confianza, en alegría desbordante al sentirnos acogidos y amados por Dios.

Ante el anuncio del ángel, María dijo: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. La actitud de María es de absoluta disponibilidad a la voluntad de Dios en su vida. Se fio de Dios de tal manera que con su vida diseñó el modelo perfecto de creyente. Se fio tanto, que supo decir “sí” a Dios sin saber muy bien lo que eso iba a suponer en su vida. Es el modelo que toda la Iglesia debe imitar para ser más fieles a Jesús y a su evangelio.

Queridos amigos, esta Navidad, la Palabra, Jesucristo, quiere nacer en nuestro corazón y llenar nuestra vida de sentido y felicidad. ¿Estás dispuesto para acogerlo diciendo “sí” a Dios como hizo María?