Llamados al Reino
Domingo 11º del Tiempo Ordinario Ciclo B
¿Qué es lo realmente central en la vida de un cristiano? ¿Cuál fue el núcleo de la vida de Jesús? Decir "Dios" sería correcto, pero en Jesús ese término -"Dios"- no fue una mera palabra o una idea, un concepto, sino que más bien fue un ejercicio, un acto, una misión que nacía de su relación con el Padre y que tomó la forma del "Reino de Dios"…
Pues bien, en las lecturas de este domingo el propio Jesús trata de contarnos algo de ese Reino, de cómo el Reino de Dios no es otra cosa que Dios reinando... predicar el Reino es predicar a Dios, es predicar una vida que viva con Dios... Y Jesús lo hace con palabras sencillas... no hay grandes discursos, grandes conceptos ni grandes teorías... Jesús -como el profeta Ezequiel de la primera lectura- usa imágenes de la naturaleza, sencillas, comprensibles por todos, para hablar del misterio del Reino, del misterio de Dios... aunque, desde luego, no hay que perder de vista que para poder hablar de forma sencilla, antes es necesario profundizar mucho... en la experiencia, en el mensaje, en la vida, en Dios...
Nos dice Jesús que el Reino crece en silencio, casi sin saber cómo, sólo haciendo lo que hay que hacer, y que además, nace de cosas pequeñas, de cosas casi imperceptibles, que crecen y crecen hasta ser cosas importantes... Pues a riesgo de darle la vuelta al texto demasiado, y teniendo en cuenta que ésta es una página vocacional, y no meramente de comentarios a la Palabra de Dios, me arriesgaré a decir que la vocación es algo parecido a lo que las lecturas de hoy nos cuentan sobre el Reino...
Una vocación busca hacer a Dios el centro de la propia vida, y hacerlo, no sólo para uno, sino para los demás... por éso no puede ser sólo una palabra o una predicación hermosa, no puede nunca ser algo que le llena sólo a uno, que sólo a uno le satisface... más bien al contrario, si una vocación religiosa sólo satisface al que cree tenerla, habría que dudar de ella... y es que es necesario hacer de la palabra "Dios", un ejercicio, un acto, una misión, una vida... como Jesús hizo, y la vida está siempre para dársela a los demás, nunca podrá ser sólo para uno...
La Vocación, como esa imagen de la semilla que Jesús nos dice, no sabe muy bien uno cómo crece, pero después de ser sembrada por otro -por Otro-, crece hasta brotar... es también como ese grano de mostaza, quizás algo pequeño en el principio, pero cuando crece es el más grande de los arbustos y sirve para dar refugio y sombra a muchos... sin saber muy bien cómo, sin que uno tenga demasiado mérito en ello... desde luego que con esfuerzo, poniéndolo todo de parte de uno, jamás podrá ser algo pasivo, pero no es cosa de uno eso de la vocación...
Y es que no somos dueños de nuestra vocación, no podemos decidir si tenemos o no tenemos vocación, no porque uno desee ser fraile dominico puede serlo... Igual suena duro, pero creo que es verdad... No todo el mundo vale para todo, y no basta querer algo para que sea posible realizarlo... Quizás suena raro ante un mundo en el que domina el alcanzar uno lo que quiere, el que uno solo puede con todo y el que uno lo merece todo... Por éso la vocación religiosa es tan diferente a nuestro mundo... no es cosa de uno, no la decide uno, nunca es mérito de uno mismo... somos acogidos por la comunidad y siempre de cara a la misión de la predicación...
Ser Fraile Dominico es una cosa que no está al alcance de todos. Nunca hemos sido una orden religiosa numerosísima, en comparación con otras hemos sido siempre menos, y es que nuestra vida es una vida a la que no todo el mundo se adapta o para la que no todo el mundo vale... somos profundamente libres y por tanto hay que tener una profunda responsabilidad... somos una Orden en la que la comunidad es fundamental y por tanto las actitudes de relaciones y de ser capaz y estar dispuesto a renunciar a uno mismo en bien de la comunidad es imprescindible, a la vez que de respetar la individualidad de cada fraile... para nosotros el estudio es central, y no como una mera recopilación de conocimientos, sino como una dinámica de oración y contemplación, de preparación para la predicación, y éso exige esfuerzo y ascesis... Como los colores dominicanos, blanco y negro, somos una Orden de contrastes y hay que saber adaptarse y vivirlos con alegría, con pasión y hasta con una cierta y fina ironía y humor...
La predicación del Reino, como Jesús enseñó, tiene muchos caminos. El de la Orden de Predicadores, el de ser fraile dominico, es uno de ellos, de los más apasionantes, pero también de los más exigentes. Responder a la llamada de la vocación es precisamente éso, una respuesta, el primer paso siempre lo da Dios, la vocación no la decide uno, es siempre un regalo que nace y crece como las semillas, sin saber muy bien cómo, sin que uno tenga demasiado mérito en ello...