Está escrito: “No solo de pan vive el hombre..."
El estudio como práctica de los consejos evangélicos. (Mt 4, 1-11)
El lector seguramente conocerá la importancia que en la tradición dominicana tiene el estudio, prueba de esto es la gran atención que santo Domingo puso en la formación de sus frailes desde los mismos inicios de su Orden.
También en el contexto dominicano es recurrente la referencia al estudio como forma de «ascesis», lo cual a su vez, posibilita la interpretación del estudio como ejercicio de los consejos evangélicos.
La Tradición ha puesto los consejos evangélicos como remedio contra las tentaciones humanas primarias.
Uno de los textos referentes para reflexionar sobre la ascesis es el texto de «las tentaciones de Jesús», en la versión de Mateo se nos narran tres tentaciones de Jesús, las cuales la tradición de la Iglesia ha interpretado como las tentaciones primarias del ser humano:
«Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”». (Mt 4, 4)
- La tentación del hambre en que el tentador pide a Jesús que convierta las piedras en pan equivale a la tentación del «placer»; es el impulso desordenado de satisfacer las necesidades sensibles sin la guía de la razón.
- En la segunda tentación el demonio le pide realizar una prueba de su poder y autoridad lanzándose desde el pináculo del templo, estamos ante la tentación del «poder».
- En la tercera tentación el maligno le «ofrece» todos los reinos del mundo a cambio de un gesto de adoración, se trata de la tentación del «tener».
Estas son las tentaciones humanas primarias y como remedio contra ellas la tradición ha puesto los consejos evangélicos: la castidad contra el placer, la obediencia contra el poder y la pobreza contra el tener.
¿Cómo nos ayuda el estudio en la práctica de los consejos?
Teniendo claro lo anterior, es el turno de añadir a la ecuación el elemento del estudio, lo cual supone argumentar cómo el estudio combate las tentaciones por medio del ejercicio de los consejos evangélicos.
- La castidad es la correcta y ordenada vivencia de la sexualidad y para su ejercicio es necesaria la virtud de la templanza, la cual ordena todos los impulsos sensibles según la razón. La templanza, al afectar a toda la dimensión sensible, se fortalece no únicamente con la continencia sexual, sino con cualquier tipo de continencia de tipo sensible. Por otro lado, es un hecho que el estudio muchas veces supone un combate contra las inclinaciones naturales y sensibles (al descanso o a realidades más placenteras), por lo tanto es una forma de robustecer la templanza, lo que evidentemente también ayuda al ejercicio de la castidad. También es posible señalar que el tiempo bien dedicado al estudio en no pocas veces nos libra de muchas clases de tentaciones nacidas del ocio y de la desocupación.
- El capitalismo que rige las sociedades actuales y que produce una competitividad agresiva nos pueden inclinar a pensar que el estudio y el conocimiento ofrecen a su poseedor poder e influencia, sin embargo, la visión dominicana ve la situación precisamente al revés, es decir; el estudio y el conocimiento están dirigidos a poder prestar un mejor servicio de predicación, a ponerse al servicio de los demás de una mejor manera. Esta visión del estudio subraya las virtudes de la humildad y de la obediencia que tan importantes son en el combate de la tentación del “poder”.
- Finalmente, la pobreza se ejercita en el estudio compartiendo el fruto del esfuerzo intelectual con los otros hermanos, pues el estudio (y especialmente el teológico) vale en cuanto nos acerca a Dios y a los demás. Así mismo, el uso correcto del tiempo de estudio es ejercicio de pobreza en cuanto al conocido adagio de que “el tiempo es dinero”, lo que significa que el derroche de uno equivale al derroche del otro.
Empieza un año y, con él, un nuevo periodo académico. Que Dios nos de su gracia para que podamos aprovechar mejor el estudio y ver en éste otra forma de ser fieles a la invitación de Dios y de la Iglesia a practicar los consejos evangélicos.