Ser santos hoy

Ser santos hoy

Fr. Cristo Manuel Acosta González
Fr. Cristo Manuel Acosta González
Real Convento de Predicadores, Valencia
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Hace pocos días celebrábamos la Solemnidad de Todos los Santos, por lo que me pareció un tema muy interesante sobre el que escribir. Así que, buscando algo de información sobre la santidad, me tropecé con varios documentos magisteriales y con algunos vídeos muy interesantes que os dejo a pie de artículo.

Estamos llamados a ser santos en la vida de cada día, en lo común, en lo cotidiano

En uno de esos vídeos aparece la Madre Teresa de Calcuta que, durante un viaje a Estados Unidos en 1982, visitó la Universidad de Harvard. En una de sus conferencias se dirigió a un auditorio lleno de jóvenes y profesores y les dijo algo así como que, ser santo no es cosa de unos pocos o de unos privilegiados, sino una responsabilidad de todos. Según sus palabras estamos llamados a ser santos en la vida de cada día, en lo común, en lo cotidiano. Hacerse santo o serlo es parte integrante de la vida de bautizado, porque consiste en creer en Jesucristo, esperar en Él y amar como Él amó, y esto es lo que nos diferencia de los filántropos.

Sed santos como vuestro Padre celestial es santo (Mt 5, 48).

Yo creo que, ciertamente, Madre Teresa tiene razón; la santidad es una responsabilidad de todo creyente. Pero, por otra parte, la santidad requiere deseo y dedicación. Se tiene que alimentar de la oración, la reflexión, la lectura de la Biblia, los sacramentos. La santidad se vive en las obras de misericordia, en las obras de caridad, y en el simple hecho de querer ser como Cristo para los demás a lo largo del día. 

La santidad es la característica principal y la cualidad fundamental de Dios. Dios es el autor, creador y difusor de la misma. Jesús en su vida, en sus obras y en sus acciones nos presenta una exigencia ineludible para todo cristiano: sed santos como vuestro Padre celestial es santo (Mt 5, 48). Por lo que el horizonte de sentido lo tenemos claro. Parecernos más a nuestro Padre celestial, para ser ciudadanos del cielo. 

                                                                  

La santidad es un don que Dios nos obsequia, pero que al mismo tiempo requiere de nuestro trabajo diario y nuestra voluntad. Dice el Papa Francisco en Gaudete et Exultate que para ser santos no es necesario ser obispos o sacerdotes, monjas o religiosos. La santidad no está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones cotidianas, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos, viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. En el hogar, en la comunidad, en el trabajo, en la universidad o incluso mientras disfrutamos de las vacaciones. 

La llamada a llevar la santidad al mundo cada día es una tarea complicada, pero hay que hacerlo con una fe firme y con la certeza de que la gracia de Dios inspira, sostiene y alimenta nuestras vidas, y si no es por nosotros ¿Quién lo hará posible? Todos los cristianos, de todos los ámbitos de la vida, estamos llamados a ser puentes que conecten la santidad de Dios con la sociedad y el mundo.

Vivir una vida de santidad en el mundo contemporáneo y acelerado de hoy puede resultar un desafío, pero ciertamente no es imposible

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