“Viñadores homicidas” (Domingo XXVII del T.O. Ciclo A)

Fr. Dailos José Melo González
Fr. Dailos José Melo González
Real Convento de Ntra. Sra. de Candelaria, Tenerife
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El relato de la parábola de los “viñadores homicidas”, que nos presenta el Evangelio de este domingo, es uno de los más duros que Jesús pronunció. Un señor plantó una viña, la protegió, la surtió de todo lo que se necesitaba para cuidarla, la arrendó a unos labradores para que cuidaran de ella y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, los labradores actúan mal con el dueño de la viña y se niegan a entregarle su parte, llegando a matar a varios de sus criados y hasta a su hijo. Ante esto, se formula una pregunta: ¿Qué hará el dueño de la viña con estos labradores? Los dirigentes religiosos que escuchaban la parábola dijeron: “Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos”. Jesús les dice: “Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de los cielos y se dará a un pueblo que produzca sus frutos”.


     Ante el ambiente, cada vez menos cristiano, que estamos viviendo en nuestra sociedad, las palabras de Jesús parecen amenazadoras. Hoy a mucha gente solo le interesa disfrutar del momento presente, el futuro no les interesa demasiado y parece no preocuparles. Buscan la felicidad en las cosas materiales y nunca terminan de saciarse. Tienen miedo a comprometerse. Dios pinta poco en sus vidas. ¿Qué hacer ante esto?, ¿cómo llegar a esas personas?, ¿cómo hacer para que la buena noticia de Jesús toque sus corazones?, ¿cómo expresar que Dios puede llenar sus vidas de sentido y hacerles felices?, ¿cómo hacer ver los frutos que Dios quiere de nosotros? Lo primero que se me ocurre es dar TESTIMONIO con nuestra vida, con nuestras acciones, con nuestros valores. Parecernos cada vez más a Jesús y que su Palabra se haga vida en nosotros. Solo así podremos después predicar con las palabras y ser creíbles.


     En esto consiste la vida religiosa; y nosotros, los dominicos, lo tenemos como algo fundamental de nuestro carisma. El estudio, la oración y la predicación son los pilares más importantes de nuestra vida como frailes predicadores, que nos ayudan a dar testimonio y lo que nos hace dar frutos en el seguimiento de Jesús de Nazaret. Así lo vivía Nuestro Padre Santo Domingo, y así nos lo transmitió a los frailes, monjas, hermanas y laicos. ¿No es algo apasionante?