"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" V domingo de Pascua. Ciclo A

Fr. Manuel Santos Sánchez
Fr. Manuel Santos Sánchez
Convento de Santo Domingo, Oviedo

Ningún líder religioso se ha atrevido a decir lo de Jesús. Todos ellos han sido personas que han reflexionado sobre la vida del hombre, sus anhelos, sus deseos, sus sueños, sus limitaciones, su destino… personas que han tenido un trato especial con Dios y, después de esa experiencia de ahondar en el hombre y en Dios, han expuesto su mensaje, su doctrina, su verdad, el camino a seguir para andar por esta tierra.


Pero Jesús se distancia de todos ellos. Jesús no dijo “ahí tenéis la verdad que he descubierto, el camino que creo mejor para alcanzar la vida, la felicidad que todos vamos buscando”. No, Jesús tuvo la osadía de decir: “Yo soy el camino, yo soy la verdad, yo soy la vida”. Así de rotundo y claro se ha manifestado. Y ha podido decirlo por una sola razón: porque es Dios. “Felipe, quien me ve a mí ve al Padre”. Si aceptamos que Jesús es Dios, entenderemos mucho mejor todas sus actitudes, todas sus palabras, todas sus promesas… y le haremos todo el caso que se merece todo un Dios, un Dios que ha demostrado que nos ama hasta el extremo.


Nuestra vida está marcada por nuestros encuentros. En la lista de esos encuentros están nuestros padres, el esposo/a, los hijos, los hermanos, los amigos… “Dime con quién te encuentras y te diré quién eres”. El encuentro que ha marcado de arriba abajo nuestra vida ha sido el encuentro con Jesús de Nazaret. En nuestro transitar por la vida, él ha salido a nuestro encuentro y, poco a poco, por sí mismo y a través de las personas más cercanas a nosotros y de los acontecimientos que hemos vivido, nos ha convencido de que como él, nadie, que realmente sus palabras, sus indicaciones, su amor, su vida, muerte y resurrección son el mejor camino, el camino verdadero para encontrar la vida, el sentido, la felicidad que todos andamos buscando. Estamos vitalmente convencidos de que para nosotros Jesús es “el camino, la verdad y la vida”.


Pero no nos podemos quedar ahí. Hoy día, muchos han abandonado a Jesús, algunos le desconocen casi por completo. La única manera de encontrase con Jesús es a través de nosotros, sus seguidores. Aquí está una de nuestras tareas en estos momentos.En esta tarea de presentar a Jesús a nuestros hermanos alejados, lo principal no van a ser nuestras palabras. Lo principal va a ser nuestro testimonio, el testimonio de nuestra vida. Con nuestra manera de vivir les tenemos que decir que no sabemos vivir sin Cristo, que si nos quitan a Cristo nuestra vida se derrumba. Tienen que notar que Jesús es el que sostiene y mueve nuestra vida, el que está detrás de todo lo que hacemos: Que si luchamos por vivir por el camino de la honradez, de la verdad, de la justicia, del perdón, de la sencillez, de entregar la vida por amor… es gracias a Cristo, que nos ha amado, nos sigue amando y nos ha mostrado el camino del amor.


Que si miramos al futuro, aunque nos ronde una cierta zozobra por las inclemencias del tiempo presente, siempre lo contemplamos con esperanza, sin miedo, porque le hemos oído decir: “No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas y me voy a prepararos sitio”… el sitio para disfrutar de la resurrección a una vida de total felicidad.


Quienes entran en contacto con nosotros tienen que notar que podemos afirmar con San Pablo: “para mí, la vida es Cristo”, si no está él no hay vida para nosotros, que nuestra vida, las 24 horas del día, está marcada por su vida, muerte y resurrección. Y bien sabemos que él siempre está con nosotros. “No os dejaré huérfanos… yo estaré siempre con vosotros hasta la consumación de los siglos”.