Bajo los pies de mis frailes
Hoy podría decirse que esas palabras expresan la cercanía de aquel que empezó la gran tarea de la predicación.
Estamos casi finalizando el mes de mayo, que incluye algunas festividades civiles y religiosas muy especiales. La Orden de Predicadores no se queda atrás: el día 24 de mayo celebramos la Traslación de los restos de Nuestro Padre santo Domingo de Guzmán, que tuvo lugar en Bolonia hacia el año de 1233. Relata fray Ventura de Verona, prior del convento de Bolonia, testigo en el proceso de canonización de santo Domingo y testigo de este acontecimiento, que «elevada la losa, salió de allí un admirable y suavísimo olor, desconocido para todos los presentes…»[1]. Este era el olor de la santidad, el aroma de Cristo.
Los relatos nos cuentan algunas de las palabras que santo Domingo pronunció antes de partir a la presencia del Padre: «lejos de mí que sea sepultado en otro lugar que bajo los pies de mis frailes…»[2] ¿De qué forma resuenan en el corazón de cada dominico y dominica de hoy, estas palabras?
No nos es posible dar una respuesta común. Reza un dicho: «cada dominico y dominica son diferentes el uno del otro», por tanto, cada uno podrá tener una visión distinta. Hoy podría decirse que esas palabras expresan la cercanía de aquel que empezó la gran tarea de la predicación, dejándola como única misión, acompañada de otros pilares que la orientan.
En una segunda parte del verso citado anteriormente dice «[…] pero quiso Domingo que allí donde se viera a un dominico o dominica, se viera a toda la Orden», es Nuestro Padre Domingo la roca firme que nos transmitió el amor por Jesús; es él que, con su testimonio de verdadero cristiano, sostiene nuestra vida para seguir adelante; es él quien quiso quedar bajo nuestros pies para enseñarnos a caminar según la alegría del Evangelio.
La familia dominicana es ahora muy grande, hay muchos hijos e hijas de este Padre que conoció a Dios tan grandemente que ahora nos pide comunicarlo, vivirlo, manifestarlo… hermanos y hermanas que se comprometen a llevar el mensaje de la Buena Nueva de Jesús según el carisma de Domingo por todo el mundo.
No queda más que dar gracias a Dios por darnos a santo Domingo como padre fundador, un padre que mostró su humildad y sencillez hasta en el momento de la muerte, que demuestra su confianza y cercanía a Dios, dirigiéndose a Él diciendo: «yo te los recomiendo, consérvalos y custódialos…»[3], refiriéndose a sus hijos e hijas.
Gracias hermanos frailes, gracias hermanas de vida contemplativa y de vida apostólica, gracias a los jóvenes, a los laicos y a los miembros de la fraternidad sacerdotal. Nuestra misión no termina, tenemos a un gran intercesor ante Dios, acompañado de nuestra Madre del Rosario que nos cuidan y alientan.
¡Feliz Fiesta de la Traslación de Nuestro Padre santo Domingo de Guzmán!
[1] V. T. Gómez García, O.P, Santo Domingo de Guzmán. Escritos de sus contemporáneos, 301-302.
[2] V. T. Gómez García, O.P, Santo Domingo de Guzmán. Escritos de sus contemporáneos, 183.
[3] V. T. Gómez García, O.P, Santo Domingo de Guzmán. Escritos de sus contemporáneos, 183.