Martín de la Caridad
Hoy, 3 de noviembre de 2024, celebramos a San Martín de Porres. Aunque en España su fiesta pasa algo desapercibida debido a la DANA que nos azota (escribo estas líneas desde Valencia) y a que coincide con el Domingo XXXI del Tiempo Ordinario, que tiene prioridad litúrgica, quisiera compartir una semblanza de este santo, conocido como Martín de la Caridad. En estos momentos difíciles, en los que nuestra sociedad valentina enfrenta la tragedia de la pérdida de tantas vidas, la figura de San Martín se erige como un símbolo de solidaridad y compasión, recordándonos la importancia de la ayuda mutua y de ser un ejemplo de entrega al prójimo.
Martín solicitó ingresar a la Orden de Santo Domingo y fue aceptado como donado en el convento de Nuestra Señora del Rosario en Lima
Martín de Porres nació en Lima, Perú, en el año 1579. Hijo de Juan de Porres, un caballero español, y de Ana Velázquez, una mujer mulata libre, Martín encarnaba la unión entre la sensibilidad y sencillez de la raza negra y las dotes organizativas y la profunda fe religiosa de los españoles. Su vida se convirtió en un testimonio de la dignidad del pueblo negro en un tiempo en que era despojado de sus derechos en el Nuevo Mundo. Desde temprana edad, Martín demostró un carácter humilde y una vocación por ayudar a los demás.
A una edad joven, comenzó a trabajar como ayudante de barbero-cirujano, un oficio que combinaba conocimientos de medicina y asistencia práctica. Este período de aprendizaje fue el preludio de su entrada en la vida religiosa. En busca de un mayor compromiso espiritual, Martín solicitó ingresar a la Orden de Santo Domingo y fue aceptado como donado en el convento de Nuestra Señora del Rosario en Lima. En 1603, hizo su profesión de votos solemnes, comprometiéndose completamente en la vida religiosa al servicio de los demás.
Martín de Porres destacó por su humildad, sencillez e inocencia, atributos que lo convirtieron en un ejemplo de fe y servicio a Dios. A pesar de desempeñar oficios modestos, su dedicación y virtudes lo hicieron merecedor de dones y carismas celestiales, incluyendo la bilocación, levitación y éxtasis, signos de su profunda comunión con Dios. Su devoción al sacramento de la Eucaristía y a la Pasión de Cristo fue intensa, reflejando su deseo de consagrar cada instante de su vida a lo divino.
Su dedicación y virtudes lo hicieron merecedor de dones y carismas celestiales
Aunque anhelaba ser misionero en Japón y soñaba con derramar su sangre por la fe, Martín dedicó su vida en Lima a servir a los demás. Se entregó de lleno a la caridad y al cuidado médico de los frailes y de los pobres, especialmente de los enfermos. Su amor por los demás no conocía límites y su compasión se extendía incluso a los animales, tratando a cada criatura con la misma delicadeza y cuidado.
Martín dedicó su vida en Lima a servir a los demás
En su comunidad, Martín fue reconocido por su amor al ayuno, sus rigurosas penitencias y su devoción a la oración, especialmente durante las noches, siguiendo el ejemplo de Jesucristo y de Santo Domingo. Estas prácticas ascéticas le proporcionaban una profunda sabiduría espiritual y un conocimiento intuitivo de la doctrina cristiana que inspiraba a quienes lo rodeaban. Además, compartió lazos de amistad y espiritualidad con figuras reconocidas como San Juan Macías, Santa Rosa de Lima, quien a menudo acudía a él en busca de consejo y ayuda, San Francisco Solano y Santo Toribio de Mogrovejo.
El legado de Martín de Porres ha trascendido siglos, sirviendo de ejemplo para América y el mundo entero. Su vida es una representación de la caridad universal y una prueba de la presencia de Dios en los actos de humildad y compasión. Martín falleció en Lima el 3 de noviembre de 1639 y su cuerpo es venerado en la iglesia de Santo Domingo de la ciudad. Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI en 1837 y canonizado por el Papa Juan XXIII el 6 de mayo de 1962, en una ceremonia solemne que destacó su importancia para la comunidad católica y más allá.
Hoy en día, la devoción a San Martín de Porres sigue creciendo a nivel global. Numerosos grupos y movimientos de caridad y justicia social lo han adoptado como su patrón, reconociendo en su figura una fuente de inspiración y un símbolo de dedicación al servicio y a la justicia. Los fieles de todo el mundo lo veneran, encontrando en él un intercesor cercano y una continua fuente de bendiciones tanto corporales como espirituales.
Pidamos por intercesión de San Martín por las víctimas mortales y todos los damnificados. Rogamos al Señor por su medio por todos los voluntarios, efectivos y personas implicadas en la ayuda a los más necesitados.