Empezando a caminar en Guinea Ecuatorial
La presencia dominicana en Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, es muy reciente y está dando pequeños pasos, para ir poniendo los fundamentos de toda misión dominicana. No se entendería nuestro ser de dominicos si no hubiera ese dinamismo y esa creatividad para llevar la palabra a nuevos pueblos y nuevas culturas.
Hemos iniciado nuestra presencia integrándonos en un barrio que comenzaba a hacerse. Nuestros primeros días fueron muy singulares. No teníamos agua, luz, servicios. Nuestras habitaciones estaban sin puerta y sin terminar. Éramos los nuevos miembros del barrio y teníamos que vivir como nuestros vecinos. Nos sorprendía la alegría de los niños, el canto de la mujer, y la esperanza de los hombres.
Nuestra primera misa nos dejó un sabor muy especial. Casi sin ninguno de los utensilios litúrgicos, pues tenían que venir en un contenedor que llegaba tres veces al año, Roberto y yo comenzamos a celebrar con unos pocos niños y algunas personas mayores. A la salida nos tomamos unas fotos mientras todos nos comprometíamos a pasar la voz a los vecinos. Durante la semana visitamos los límites de la parroquia. Todos los días nos marcábamos una ruta para conocer y hablar con la gente, así conocimos todo el territorio que tenía la parroquia. Poco a poco, fue creciendo la asistencia y ya planificamos la catequesis de niños, los bautizos, las eucaristías, las posibles reuniones y la formación. Una de las áreas de trabajo comenzaba a caminar.
Teníamos muy en cuenta la tradición y la praxis dominicana de las escuelas de teología .Hablamos varias veces con el Arzobispo y Roberto presentó el proyecto que fue aceptado de inmediato. Visitamos parroquias y grupos apostólicos y comenzamos la tarea. Otro campo que poníamos en marcha y que formaba parte irrenunciable de nuestro carisma. Teníamos que buscar un trabajo que nos ayudara a poder vivir. Los colegios estaban ahí. No fue difícil y se comenzó en el Colegio Claret. Igualmente nos ofrecieron la capellanía del colegio Jesús María.
Estos trabajos con jóvenes dieron un gran resultado. Algunos vinieron a conocernos y se engancharon en el trabajo que llevábamos. Poco a poco, algunos empezaron a sentir un deseo, como una primera llamada a querer ser dominicos. Creo, perdonad si alguno piensa que no es verdad, que el testimonio y la fragilidad de nuestra primera presencia y la predicación, diferente y cercana, hicieron que algunos jóvenes empezaran a formar un pequeño aspirantado guineano. Algunos ya están en las casas de formación en España y otros están haciendo su calistenia formativa para incorporarse.
Pero nos faltaba una dimensión importantísima, la presencia en los medios de comunicación social. Durante todo el año 2014 y parte de este año hemos tenido un programa semanal en la televisión nacional. Así mismo, con la inauguración de la radio de la arquidiócesis, estamos teniendo un programa semanal cada uno de nosotros. El carisma de Domingo tiene entrañas de misericordia y nuestro pueblo guineano siente que en todo nuestro quehacer hay una acogida y una atención especial y que unidas a una predicación profética y vital, hacen que seamos aceptados y queridos.
Hoy, la presencia de los dominicos se tipifica por la predicación. Solemos oír que muchos agentes pastorales suelen comentar nuestras homilías y desean participar en la escuela de teología. Somos invitados para dar charlas y conferencias, tanto a los religiosos/as como a los laicos de diferentes parroquias. Sin prisas y con el compromiso de que nuestra predicación traiga liberación y salvación seguimos en esta nueva misión. Así es el día a día de esta presencia muy tierna que está dando ya sus frutos.