¿Hablar de milagros hoy?
¿Hablar de milagros hoy? El reto de encontrar el milagro en lo cotidiano.
En el universo vital del ser humano ocupan un lugar importante los milagros: los encontramos en diversas religiones, el arte, el imaginario popular, la magia…en nuestros deseos…
Los términos empleados para designar lo que entendemos por milagro son múltiples: en el Antiguo Testamento se define como tératon, (prodigio), tháumasion (provocación al asombro) y parádoxon (sorpresa inesperada); en el Nuevo Testamento es expresado como fuerzas (dynameis) y signos (semeia).
El término castellano proviene de latín miraculum, (objeto para maravillarse, una maravilla, cosa extraña, admirable).
A la hora de explicar lo que entendemos por milagro usamos diversas fórmulas: eventos extraordinarios que desafían las leyes naturales (o las suspenden), acontecimientos de carácter extraordinario y portentoso, manifestaciones de la intervención divina en el mundo terrenal, sucesos inexplicables científicamente hablando; los más escépticos en el tema lo califican como superchería, ignorancia, interpretación mágica, algo superado, sugestiones o fenómenos psicológicos, mitos y leyendas, etcétera.
Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva»
«Utilizando y agrupando los datos de la Escritura y de la tradición, -escribe Latourelle- podemos proponer esta definición del milagro: "Un prodigio religioso, que expresa en el orden cósmico (el hombre y su universo) una intervención especial y gratuita del Dios de poder y de amor, que dirige a los hombres (y mujeres) un signo de la presencia en el mundo de su palabra de salvación".»[1]
Si buscamos registros y narraciones de milagros podemos encontrarlos profusamente reflejados en la Biblia y en la tradición de la Iglesia abarcando una amplia gama de eventos: exorcismos, curaciones, relatos de resurrección, milagros-dones, etcétera.
En los Evangelios se presentan como parte decisiva del texto narrativo: Jesús aparece como un taumaturgo, realizando numerosos milagros, fuerzas, signos: resucitar muertos, transformar agua en vino, alimentar multitudes, exorcizar demonios, curar enfermos, devolver la vista y la movilidad, etc. Llamativa puede ser la respuesta que Jesús da a Juan el Bautista a través de sus discípulos: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva» (Lc.7, 21-23)
Sobre la interpretación de los milagros dice Latourelle: «Cuando se estudia la cuestión del milagro, incluidos los milagros de Jesús, la principal dificultad radica en la idea misma de milagro, que se rechaza antes de todo examen de los hechos propuestos. [...]. Los relatos de milagros, se dice, pertenecen a otra época, a otra mentalidad. Reconocerlos como realidades históricas sería demostrar una ingenuidad tan desconcertante como anacrónica. [...]. Lo que está en juego es la posibilidad misma del milagro en un mundo que se basta a sí mismo.»[2]
El término milagro también lo usamos (en un sentido tal vez menos técnico) para designar otras realidades no menos asombrosas. Estarás de acuerdo en que la creación y la historia son los lugares donde acontece el milagro. El reto está en encontrar lo extraordinario del milagro en lo cotidiano, en nuestra vida y en la de los que nos rodean (el prójimo). Y reto también será descubrir que Dios se vale de ti y de mi para que ese milagro acontezca.
¿Cómo se me manifiesta Dios? ¿De qué eventos se vale Dios para llegar a mí? ¿Cómo Dios ha actuado en mi historia personal? son preguntas que te pueden ayudar a reflexionar sobre el actuar de Dios en tu vida.
Te invito a descubrir esos momentos únicos, “fundantes” donde sentiste de un modo especial la acción de Dios: quizás en el logro de un objetivo muy querido o en el perdón recibido; tal vez -por qué no- en el fracaso de un proyecto o en el desamor; en la ayuda inesperada y necesaria; en la credibilidad concedida cuando todo te señalaba como culpable; en tu vida tranquila y sosegada, aparentemente “común”. (apunta aquí todos los acontecimientos de tu vida).
Porque el milagro ocurre allí donde Dios actúa y, puesto que Dios actúa, está presente en todo cuanto es, tu tarea es identificarlo, vivir acorde…y dar gracias.
Nota: Si quieres ahondar en el tema, aquí te dejo un enlace al artículo de Latourelle: https://www.mercaba.org/DicTF/TF_milagro.htm
[1] Latourelle, Diccionario de Teología Fundamental, p. 936.
[2] ibíd, p. 949.