Pistas para el descanso
Mucho se habla hoy de la de la cultura del descanso y de la necesidad de tomar distancia ante el estrés que a todos nos afecta. El descanso no es algo nuevo: ya en el libro del Génesis se nos dice que, una vez finalizada la obra creadora, «Dios descansó». Desde esta perspectiva, podemos decir que el descanso nos viene de Dios y que también descansamos en Dios. Este tiempo de vacaciones quizás es la oportunidad para disfrutar del merecido descanso y a su vez de reflexionar sobre el curso que ha finalizado, las nuevas amistades hechas, las motivaciones laborales y también sobre los nuevos proyectos y metas a los cuales debemos enfrentarnos cuando retomemos las actividades ordinarias. Os propongo algunas pistas que pueden ser útiles para este tiempo de vacaciones, en que todos de una forma u otra intentamos descansar.
El descanso es ante todo una necesidad antropológica: la vulnerabilidad de la vida humana nos hace constantemente referencia a la necesidad de reposo. Si bien los seres humanos hemos sido hechos para la actividad, también lo somos para el descanso. Descansar es un imperativo en la vida del hombre. El aprovechamiento del sueño, las actividades placenteras, el compartir con familiares y amigos, el tiempo con uno mismo, etc., son modos sanos de descanso que nos ayudan a retomarnos desde lo más profundo de nosotros mismos. Cuando estamos cansados no podemos rendir, y pocas veces nos mantenemos con actitud positiva ante la vida. El descanso, sin embargo, nos permite un buen rendimiento y poder ver las cosas de otra manera. Un hombre descansando es un hombre listo para la actividad. Sin descanso no hay actividad posible, y mucho menos una buena salud. Velar por el tiempo de descanso es cuidar de la salud personal.
El descanso nos permite el encuentro con nosotros mismos: quizás esta es la clave espiritual de quienes aprovechan en profundidad su tiempo de descanso, un buen tiempo de descanso nos hacer reflexionar sobre nuestro yo. Cuando descansamos nuestro nivel reflexivo se despierta y entonces nuestra autoconciencia y autovaloración se activan, en cierto modo damos paso a la introspección y nos recreamos en nuestro mundo interior. Esto es algo muy interesante porque permite a la persona tomar conciencia de sus estados y desde ahí madurar y crecer. Un buen tiempo de descanso es un tiempo de crecimiento humano. Descansar nos ayuda a madurar y crecer.
El descanso profundo está en Dios. «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré»: así nos dice Jesús en el evangelio y esta es la clave cristiana del descanso. Nuestro descanso está en Dios, nuestro reposo es el Señor. Nos dice el salmo «Dios tu eres mi descanso, mi único y auténtico descanso». El pueblo de Israel necesitaba encontrar la fuente de su vida y de su ser, eso también nos pasa a nosotros, buscamos dónde, cuándo y con quién descansar. Por consiguiente, Dios se revela como el Señor del descanso. Si nuestro descanso está en el Señor, entonces ¿por qué nos agobiamos?, ¿por qué andamos con tantas prisas?, ¿por qué nos cuesta confiar en el Señor? Descansamos en Dios cuando confiamos en él. Cuando descansamos en el Señor, elevamos una oración reposada y nuestra vida se sumerge en el don de la paz. El fruto del descanso en Dios es la paz que él nos ofrece. En Dios somos, nos movemos y existimos. Si él nos sostiene, él es descanso de nuestro ser.
En suma, el descanso además de una necesidad humana, es un don de Dios. El cristiano está llamado a descansar en su Señor porque él es la fuente de su vida y de su ser. En Dios nuestro descanso va a su génesis. Ojalá y estas vacaciones sean la oportunidad para descansar en Dios, que nos es otra cosa que volver a él.