La Contemplación de la Calle
La Contemplación de la Calle
El padre V. de Couesnongle OP decía en los años 80 algo fundamentalmente dominicano: la Contemplación "de la" calle y no "en la" calle; que puede también ser contemplación de los periódicos, de la radio, de la televisión, etc.
El verlos "con la mirada de Cristo" que tenía piedad de la gente. Es un entrar en contacto con el otro la mirada de Cristo. Pienso por ejemplo en las miradas del buen samaritano, del levita y del sacerdote. El levita y el sacerdote vieron alguna cosa, pero pasaron de largo. El buen samaritano se detuvo a mirar: a mirar y no sólo a ver.
Por otra parte, creo que se puede usar la expresión "contemplar", porque es un modo de ver al otro con una mirada muy cercana a la de Cristo; imitándolo lo más posible, viéndolo crucificado en el pobre.
Así pues, no se trata de pasearse distraído en medio de la multitud, sino de tener una mirada "atenta" sobre todo lo que nos rodea. Pero no por chismorreo, sino por amor: mirar estas personas, sus rostros, su caminar, la pobreza de sus vestidos o la insolencia de su peinado. La "contemplación de la calle" es saber buscar, adivinar lo que no se ve: fracasos, sufrimientos, aspiraciones. Es descubrir poco a poco lo que todo esto significa en la vida de todos estos hombres, de todas estas mujeres, de estos jóvenes, para sí mismos y a los ojos de Dios.
La "contemplación de la calle" sabe hacer siempre actual la mirada a la vez humana y divina de Cristo -el más contemporáneo de todos los hombres-, sobre la muchedumbre, los enfermos, todos los que están poseídos por el mal: el dinero, las injusticias, una sexualidad exacerbada, el poder sin freno, el odio. En esta muchedumbre, ¿quién es Magdalena, Zaqueo, los publicanos, el sacerdote y el levita que van de Jerusalén a Jericó?; ¿cuáles son los que están ávidos de escuchar a Jesus, quizás aún sin tener conciencia de Él?
Para saber lo que tiene la mirada de alguien, es preciso mirarle en los ojos. Mis ojos deben penetrar en los suyos, y entonces se sabe quién es él, lo que busca, lo que ve. Esto también debe darse en nuestra relación con Cristo.
Antes de ir a la calle, debemos en la fe, mirar a Cristo, escucharlo, hacer silencio con Él. En la calle descubriremos entonces muchas cosas que de otro modo se nos habrían escapado. No hay "contemplación de la calle" si antes no sabemos encerrarnos en nuestra celda interior, como decía la también dominica Santa Catalina de Siena. La "contemplación en la celda" y la "contemplación de la calle": el cristiano debe ser capaz de pasar de la una a la otra, y alimentar la una con la otra en un cambio ininterrumpido.
A imitación de lo que es Cristo mismo en su ser y en su oración, esta contemplación debe ser el punto de unión privilegiado, en nuestra vida, entre la fe y el mundo.