La liturgia dominicana
La celebración litúrgica es característica de todo fiel cristiano. En la Orden de Predicadores encuentra su matiz gracias al carisma fundado por santo Domingo de Guzmán, conociéndose popularmente como liturgia dominicana. Domingo fue canónigo regular de Osma, por lo que desde un inicio estuvo inmerso en la vida litúrgica de modo comunitaria y solemne.
A lo largo de su vida estimuló a sus frailes a la devoción y belleza de la celebración, en los conventos y en las iglesias por donde pasaba. Esta celebración, junto con el estudio asiduo de la verdad sagrada, han sido las dos ocupaciones principales de la contemplación dominicana. En el transcurso de los siglos, la Orden ha tenido la delicadeza de cuidar el ambiente externo de las celebraciones litúrgicas en cuanto a su legislación, tradición y práctica. De igual forma, la vida interior de los frailes y de todos los que comparten el mismo carisma, ya que los gestos sirven para manifestar la devoción interior.
Con el dinamismo interno de la Orden y observando los signos de los tiempos, las constituciones han ido cambiando. Muchos elementos de la celebración litúrgica dominicana, que se prepararon bajo el gobierno de fray Humberto de Romans, se han mantenido y otros han desaparecido. Esto se recoge en los libros y ritos centrales: el Propio O.P. del misal y el leccionario para la celebración de la Eucaristía, el Propio O.P. para la celebración de la Liturgia de las Horas, el ritual, el calendario litúrgico o santoral… los cuales también se han ido renovando con el tiempo.
Algunos de estos elementos han sido: iniciar el canto con una cierta solemnidad o calma, en un tono en modo alto y seguro, pues las melodías dominicanas tienen origen en la tendencia cisterciense, original de la sencillez. La dignidad y limpieza de los ornamentos, la postura corporal, inclinaciones de cabeza o de medio cuerpo, incluso la venia (postración) cuando se cometía alguna falta. La devoción en el coro, la seriedad en el altar, la espontaneidad. Fray Jordán de Sajonia, segundo Maestro de la Orden, introdujo el canto y la procesión de la Salve, Regina en la oración nocturna –Completas- al final de las actividades diarias en el convento de Bolonia, de ahí pasó a toda la Orden y al resto de la Iglesia. También se incluye la antífona a santo Domingo O lumen, u otra.
Es una verdadera riqueza observar todos los elementos que componen la liturgia dominicana. Parte de ella ha sido inspirada por el contexto religioso de la época de su fundación y del fundador; otra parte, ha servido de inspiración para que otras comunidades eclesiales tomen signos para sus celebraciones litúrgicas. Sin embargo, y a pesar de todos las renovaciones que han surgido en ella, no se debe olvidar lo que dicen las constituciones actuales: “Nuestras celebraciones, sin embargo, han de resaltar por su sencillez y sobriedad” (LCO, 65). En todo momento y en todo lugar.