Solemnidad de la ascensión del señor

Fr. Salvador Becoba Raso
Fr. Salvador Becoba Raso
Real Convento de Predicadores, Valencia

En este domingo de la Ascensión del Señor, la iglesia nos presenta a Jesús partiendo hacia la casa del Padre. Se sentará a su derecha y nos confiará una misión: “Id por el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”. Como buenos cristianos que somos tenemos la misión de llevar el Evangelio, es decir, “la Buena Nueva” a todos los confines del mundo.

Jesús pasó haciendo el bien a todas las personas, de manera especial a los marginados, leprosos, enfermo, gente apartada por las autoridades sociales de la época y les transmitió una palabra de esperanza y vida; pareciera que en nuestro mundo hacer el bien es poco común, pero no es verdad, aunque la noticias mas comunes no destacan las cosas buenas que hacen muchas personas, bien sabemos que en este mundo hay gente de buena voluntad, que hace el bien. El evangelio de este domingo nos invitan a dar testimonio de la vida de Jesús a todas las criaturas de la tierra, probablemente hacer el bien al prójimo es la manera mas factible de anunciar la buena nueva.

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La invitación consiste en hacer lo mismo que los discípulos: “Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban.” El Reino, se hace presente cuando los discípulos se empeñan, como Jesús en vencer el mal del mundo y hacer realidad la liberación de todas las situaciones angustiosas de la vida por medio del Evangelio. Las buenas obras de los cristianos buscan el bien de las personas. Los signos del bien se convierten en testimonio de credibilidad para el no creyente y en anuncio del reino de Dios. Actuando con buena fe y buena voluntad podremos convertirnos en discípulos de Jesús, pero es cierto que hacer el bien como Jesús tiene sus consecuencias: “Os perseguirán en mi nombre”. Él se va pero nos dijo que es necesario que él se vaya para que podamos dar fruto por nosotros mismos, si el grano de trigo no muere no podrá dar frutos.

El Señor se va pero nos ha prometido al Paráclito, que nos ayudará a comprender la misión de Jesús y también a cumplir su legado. La partida de Jesús hacia la casa del Padre más que un motivo de tristeza es motivo de esperanza, ahora Jesús permanece entre nosotros por medio del Espíritu Santo, su partida es de una permanencia total. En efecto, esto se convierte en motivo de alegría para el creyente, la partida de Jesús se traduce en alegría permanente porque no se va, sino que permanece de otro modo, por medio del Paráclito. Por eso, la actitud es que seamos signos de luz, de esperanza y alegría a toda la humanidad.