Crónica al son de trompetas

Fr. Alexis Coffi González
Fr. Alexis Coffi González
Convento de Santo Domingo, Rep. Dominicana

Mi inactiva cuenta de Twitter parecía colapsar cuando llegó las 13.20 horas del sábado 7 de noviembre, cada mensaje era una felicitación, un agradecimiento y un recordatorio del inicio del Jubileo de 800 años de la Familia Dominicana. Las redes por un momento se pintaron de negro y blanco con las fotos del escudo de la Orden y de todos los rincones del mundo salía un mensaje. Así es el desbordamiento de la alegría, contagioso y viral, cuando se lleva en el corazón.


Los actos de la apertura del Jubileo comenzaron con las vísperas solemnes de la Fiesta de Todos los Santos de la Orden, presididas por D. Carlos Osoro, arzobispo de Madrid y amigos de los dominicos, quien confesó que le hubiera gustado vestir el hábito blanco. La cita fue en el Monasterio de Sto Domingo el Real en Madrid, lugar que se hizo pequeño para acoger a todos los que participamos. Se inició la celebración con un video de las palabras exhortativas del Maestro de la Orden, Bruno Cadoré y se prosiguió con el orden habitual marcado por una liturgia con dignidad y sencillez que caracteriza al estilo dominicano. La salmodia estuvo dirigida por Fr. Javier Rodríguez y Fr. Salustiano Mateo y apoyada por el coro que se preparó con mucha antelación, todos rezamos en unidad con la Iglesia y la Familia Dominicana como se ha hecho durante estos 800 años.


Don Carlos se dirigió a los presentes con una felicitación y animó a mantener el testimonio de la Orden en el Mundo y en la Iglesia a través de tres claves que desarrollo en su discurso: La gratitud, el llamado y la acción como elementos de singularidad del carisma dominicano. La fluidez y ritmo fueron las notas de toda la celebración que concluyó con el gesto de envío a la predicación. Representantes de las comunidades de la Familia Dominicana recibieron una antorcha encendida como signo de la naturaleza y misión de la Orden. Domingo, luz de la Iglesia, nos dejó el relevo de esta antorcha que es la predicación de la gracia. Concluidas las vísperas, pocos se marcharon, pues se continuó con un concierto de música de la Edad Media interpretada por Alia Musica, un coro nacido en 1985 que estudia y canta música judeoespañola. Junto a la pila bautismal de Santo Domingo se inició el Jubileo 800 como nacimiento y renovación de la predicación del Dios de la misericordia. Terminada la jornada quedó resonando en nosotros las oraciones, las risas, las notas musicales, los abrazo producidos en un encuentro con el pasado, el presente y el futuro.


El día domingo se presentaba cálido y soleado como para dar un paseo y tomar algo en una terraza pero nosotros teníamos un plan mejor, celebrar el amor y la amistad, que son la luz y el calor que necesita el mundo. Todo estaba preparado y previamente ensayado en la Iglesia de san Pedro Mártir de Madrid, en la conocida cuesta de los dominicos, desde los equipos y el personal de RTVE, que trasmitiría la Misa de apertura del Jubileo, hasta la última voz del coro que llenaba los sitiales del templo.


Al sonido de violines y la trompeta se rompió el silencio para interpretar el himno del Jubileo: Laudare, Benedicere, Predicare… la impresión que producen las cámaras de televisión desapareció ante el espíritu de acción de gracias que se hizo celebrativo, participativo y fraterno, allí estábamos todos en torno al misterio de servicio y entrega de Jesús que nos ha congregado y llenado de sentido todos estos siglos. La trompeta de fray Antonio marcó el pistoletazo de salida de un año de Jubileo tal como antiguamente el cuerno anunciaba el año de gracia. Nos toca celebrar, renovar y continuar una obra que no comenzó con nosotros y que no seremos nosotros quienes le pongamos fin. Una obra nacida, querida y sostenida por Dios, que llamó un día a Domingo de Guzmán y nos continúa llamando a nosotros a formar parte de ella.


Feliz Jubileo 800