Mi vocacion, nacida de una súplica a Dios

Fr. José Alberto Hidalgo Alarcón
Fr. José Alberto Hidalgo Alarcón
Casa Santa Rosa de Lima de Santiago, Rep. Dominicana

¿Cómo fue tu vocación?

Mi vocación nace de una súplica a Dios en medio de la realidad cubana, buscaba un sentido a la vida. La llamada se fue entretejiendo entre diversos caminos y mediaciones. Descubrir y discernir la vocación llevo tiempo, acompañamiento, pero la voz de Dios que susurra dentro fue mostrándome señales para tomar una opción: frailes, convento, estilos de vida, realidades, la predicación, Iglesia…fueron dando pie para que diera una respuesta a un proyecto que Dios ponía ante mis ojos y en mi corazón.

¿En qué ha cambiado a lo largo del tiempo?

La vocación se cultiva, crece, se hace fecunda cuando se le cuida. Va cambiando con las experiencias de Dios, con el paso del tiempo, con el compromiso con la Iglesia y con el mundo, con el estudio, con la vida que se da en las comunidades con las que vives, la contemplación de la historia como historia de salvación, a medida que la asumes, también hace que tu vocación vaya sintiéndose cada vez más expansiva, más comprometida, más universal.

¿Cómo vives la llamada de Dios en tu trabajo/ocupación/ministerio actual?

Mi tensión de vida actual está de cara al Reino de Dios, en este momento en mis ocupaciones diarias, en mi ministerio siento desde mi corazón un latir profundamente reinocéntrico. Acercar el Reino es el eco que susurra en mí cada mañana, y es el compromiso cotidiano al que trato de responder. Reino que no lo logro visualizar sino desde la configuración con Cristo Jesús referencia de vida desde su pensar, sentir y actuar.

¿Qué podrías decirle a alguien que se plantea su vocación?

Que discierna bien la llamada a la luz de la Palabra de Dios, que busque un buen acompañante que le ayude a descubrir los signos que acompaña la llamada vocacional, que ore desde el corazón disponiéndose a responder desde el dejarse modelar por el Espíritu que irrumpe en cada llamada haciendo nueva todas las cosas.


¿Qué pregunta te harías a ti mismo?

En este tiempo de mi vida no tengo preguntas, no brotan en mí ni el ¿por qué? ni ¿para qué? sólo se estar delante del misterio, delante de la llamada que se renueva cada día.